¡Nada de lo humano nos es ajeno!, no es la primera vez que escribimos sobre dolor, ni tampoco lo es el tema que tratamos, la conmemoración de un día al año, del día de esta patología.
En nuestra práctica profesional y en la docente, continuamente estamos dando definiciones, una definición pretende ser una manera de marcar los límites de una realidad, contextualizarla y distinguirla de otra, por ejemplo: el oso panda, es un úrsido vegetariano que vive en Bosques en China, se alimenta de Bambú, pelaje blanco y negro aspecto bonachón y en riesgo claro de extinción por sus dificultades para tener descendencia.
Si hablamos de dolor definir ¿qué es el dolor? supone contextualizarlo en función de unos parámetros objetivos, experiencia sensorial desagradable, angustiosa, relacionada con una lesión, sea esta real o potencial o definida en los términos de esta, duele como fuego aunque no lo haya, duele como un mordisco aunque no exista.
Aunque la definición de dolor, pretende ser objetiva, es un compendio de las experiencias de muchos, de miles que día a día han explicado cómo se sentían, es un conglomerado que se ha resumido y dado forma de una manera académica, pero que no recoge la enorme variabilidad de síntomas y la enrome variabilidad de puntos de vista de cada uno de los afectados.
Esta complejidad es la que nos mantiene a los profesionales continuamente alerta, buscando respuestas a estos interrogantes y la que también le quita el sueño a nuestros pacientes que no pueden dormir por la intromisión hostil del dolor.
Todas estas razones confluyen para buscar la conciencia social que permita, con el apoyo de todos, entender el dolor y combatirlo por todos los medios.
Esta es la razón de un día mundial del dolor, la conciencia social, aunque no es menos razón el rendir un homenaje una vez al año a aquellos que conviven con el dolor todos y cada uno de los días, pacientes, familiares y cuidadores necesitan no solo buenos tratamientos sino también la comprensión de la ciudadanía y quizá algo de ayuda.
Una última razón, también se debe reconocer el esfuerzo de los profesionales, médicos, enfermeras, fisioterapeutas, psicólogos, nutricionistas, trabajadores sociales y un largo etcétera que tratan de poner también buena cara cuando los problemas tienen mala solución y que buscan si no hay cura que al menos haya consuelo y compañía.
Alfonso Vidal, Médico Especialista en Anestesiología,
Reanimación y Terapéutica del Dolor en OneLife