El embarazo es una situación fisiológica de la mujer que conlleva muchos cambios tanto a nivel metabólico, como a nivel físico. Todos estos cambios van encaminados a alcanzar un ambiente ideal para el desarrollo del feto durante la gestación, y para proporcionarle los primeros cuidados durante el postparto inicial. Estos cambios, aunque fisiológicos, suponen una agresión a muchos de los órganos y tejidos corporales. Sin duda alguna, una de las regiones anatómicas más deterioradas durante el embarazo es el abdomen.
¿Qué le pasa al abdomen de la mujer durante el embarazo?
Podemos hablar de cambios a tres niveles en el abdomen de una mujer embarazada. En primer lugar, es evidente que la piel sufre alteraciones. Durante el embarazo, la piel sufre un proceso de expansión lenta y progresiva. La capacidad de expansión de la piel es prácticamente ilimitada, sin embargo, la capacidad de retracción cutánea tras el parto es muy reducida. Esto genera flacidez o descolgamientos cutáneos que antes no existían.
En segundo lugar, la pared muscular del abdomen también es una de las “grandes afectadas” por los embarazos, y en muchos casos, la principal afectada. El feto crece, el útero crece, y la pared muscular del abdomen debe permitir este crecimiento.
La pared muscular abdominal está formada por un conjunto de músculos de los cuales podemos destacar los rectos abdominales. Los músculos rectos abdominales son dos músculos de gran fortaleza que, en una situación previa a un embarazo, se encuentran posicionados en la línea media del abdomen, en dirección vertical y uno a cada lado del ombligo. Estos músculos actúan como contención del empuje que ejercen los órganos intra-abdominales como los intestinos o el estómago, y ayudan a conseguir un abdomen más o menos plano. Además, son músculos que, si están entrenados y debido a su gran potencia, nos permiten hacer ejercicios de “abdominales” levantando todo el peso del tronco corporal desde el suelo sin mayor problema.
Durante el embarazo, estos músculos rectos abdominales se elongan y se separan de la línea media, es decir, se desplazan hacia los lados para que el útero pueda crecer con más libertad. Esto último se conoce como diástasis de rectos. Tras el parto, los rectos abdominales tienden a regresar poco a poco a su posición habitual y a corregir su elongación. Sin embargo, esta corrección espontánea nunca es completa. Son diversos los factores que pueden hacer que la pared muscular se recupere mejor o peor tras un embarazo. Entre ellos, es importante el número de embarazos, la magnitud del aumento del volumen abdominal durante el embarazo (embarazos gemelares), la calidad de los tejidos o el estado de entrenamiento físico previo al embarazo.
En último lugar, el tercer elemento que sufre alteraciones durante el embarazo es la grasa. La distribución de la grasa corporal está determinada, en gran medida, por las hormonas, y en el embarazo se producen importantes cambios en los niveles hormonales. Esto hace que el embarazo también ocasione cambios en la distribución de la grasa corporal y genere acúmulos grasos en zonas donde antes no existían.
“Mi abdomen no está plano y además se hincha después de comer” “He perdido fuerza en el abdomen y ahora me duele la zona lumbar”.
Es frecuente que muchas pacientes que consultan para mejorar su abdomen nos digan que ellas antes tenían un abdomen plano pero ahora ya no lo tienen, que antes sus digestiones eran normales pero ahora son muy pesadas y notan que se hinchan, o o incluso que ya no tienen la fuerza muscular en el abdomen que tenían antes de los embarazos y que, además, ahora tienen dolor en las vértebras lumbares.
Unos rectos abdominales elongados y separados de la línea media se convierten en una musculatura débil e incapaz de frenar el empuje de todo el contenido intra-abdominal. El resultado es un abdomen abombado y curvo que, en ocasiones, las pacientes lo confunden con la presencia de grasa. Sin embargo, el motivo real de este abombamiento no es la grasa, sino la debilidad muscular. Por el mismo motivo, en ocasiones las digestiones son peores que antes del embarazo.
Tras las comidas, el estómago y los intestinos se mueven y se dilatan, aumentando todavía más la sensación de abombamiento e hinchazón abdominal. Por otra parte, una pared muscular débil hace que las pacientes tengan la sensación de haber perdido fuerza en el abdomen y que, un gesto tan común como levantarse de la cama haciendo fuerza únicamente con el abdomen, se convierta en algo molesto e incluso difícil de realizar. Además, si el abdomen está débil, las vértebras lumbares experimentan una mayor carga y adoptan una posición más curva de lo normal que se denomina hiperlordosis lumbar y que, en ocasiones, es dolorosa.
¿Cómo se puede corregir la diástasis abdominal?
Es importante tener claro que, si queremos corregir por completo y de forma eficaz la debilidad muscular del abdomen o diástasis de rectos, debemos recurrir a lo que conocemos como abdominoplastia, es decir, debemos recurrir a la cirugía. En ocasiones, especialmente si se trata de casos muy leves, el ejercicio físico regular tras los embarazos puede conseguir cierta mejoría a largo plazo, aunque habitualmente parcial.
Durante la abdominoplastia realizaremos una plicatura de rectos que nos permitirá reparar la elongación y la separación muscular. Además, en la misma cirugía eliminaremos el exceso de piel, y corregiremos los depósitos grasos del abdomen y la cintura si es que existen. Con todo ello, atajaremos los tres problemas antes mencionados: piel, músculos y grasa.
Ramón Varela Reyes, Cirujano Plástico. Col. 282868866
Martín del Yerro Cirujanos Plásticos