La alergia al polen es una enfermedad cada vez más frecuente, que afecta a todas las edades, y por igual a mujeres y hombres. No se trata de una enfermedad grave, pero puede ser limitante debido a los síntomas que presente. Además, es una patología con un tratamiento específico y con un tratamiento preventivo.
¿Qué es la alergia al polen?
El organismo reacciona de forma exagerada cuando entra en contacto con determinadas sustancias llamadas alérgenos. Los alérgenos no son malos en sí mismos, son perjudiciales para la salud cuando la persona es alérgica al alérgeno con el que entra en contacto.
Uno esos alérgenos es el polen de las plantas, pero no son los únicos, también lo son los ácaros del polvo, pelos de animales, entre otros.
Causas de las reacciones alérgica
Desde un punto de vista médico, la reacción alérgica se denomina reacción de hipersensibilidad tipo I. En estas se produce un aumento de anticuerpos específicos denominados IgE.
Estos anticuerpos se unen a los antígenos, una unión que provoca la liberación de mediadores vasoactivos inflamatorios, que a su vez producen una vasodilatación, aumento de la permeabilidad capilar, hipersecreción glandular, espasmo del músculo liso e infiltración tisular por eosinófilos y otras células inflamatorias. Todo esto principalmente a nivel de las mucosas de la vía respiratoria.
Síntomas de la alergia al polen
La alergia al polen de tipo primaveral se debe a pólenes de árboles (roble, olmo, enebro, olivo…); el tipo estival a pólenes de gramíneas (bermuda, hierba timotea, grama dulce, pomar…) y a pólenes de malezas (cardo, llantén inglés…). Por su parte la alergia al polen de tipo otoñal, se produce a causa de pólenes de malezas, como la ambrosía.
En algunos casos está causada sobre todo por esporas de hongos vehiculadas por el aire. Se producen importantes diferencias geográficas.
Cuando padecemos alergia al polen uno de los síntomas son los picores en la nariz, el paladar, la faringe y los ojos, ya sea de forma gradual o brusca tras el inicio de la estación del polen.
También se presenta lagrimeo, estornudos y rinorrea (aumento de mucosidad nasal) que acompañan o siguen al prurito. Puede haber cefalea frontal e irritabilidad, además de tos y disnea silbante a medida que avanza la estación.
En algunos casos muy raros puede haber anorexia, depresión e insomnio.
Los síntomas más frecuentes son: estornudos, rinorrea, congestión nasal, prurito, conjuntivitis y faringitis con carácter estacional, es decir, que sólo aparecen en la estación de la polinización.
Efectos de la alergia al polen en un atleta
Los síntomas de la alergia al polen pueden causar un empeoramiento de las marcas y un deterioro de su forma física.
El aumento de la mucosidad nasal produce congestión, dificultando la respiración a través de la nariz. Durante la carrera demandamos más oxígeno, por lo que nuestra frecuencia respiratoria aumente. La congestión nasal entorpece este aumento de la frecuencia respiratoria, por lo que el ritmo de carrera disminuye.
Cuando sufrimos una congestión nasal respiramos por la boca, de esta manera el aire que respiramos no se caliente, ya que esta función es realizada por la cavidad nasal.
Al respirar por la boca se produce sequedad en la faringe e inflamación (faringitis) que puede provocar dolor o no, y en algunos casos fiebre.
Otros síntomas de la alergia al polen como por ejemplo, la conjuntivitis alérgica, no intervienen en la respiración, pero pueden producir molestias que afectan no sólo a la actividad deportiva, sino también a la vida diaria.
La conjuntivitis es la inflamación de la conjuntiva ocular, produce picor en los ojos, sensación de arenilla, fotofobia… todos estos síntomas entorpecen el desarrollo del entrenamiento planificado o de una prueba en la que se desee conseguir una buena marca.
Diagnóstico de la alergia al polen
Para diagnosticar esta alergia es necesaria una buena historia clínica. El diagnóstico no solo es importante para darle un adecuado tratamientos, sino también porque la alergia al polen puede ser el desencadenante de un proceso asmático.
Además, siempre será necesario realizar una auscultación cardiopulmonar, rinoscopia.
Otras pruebas específicas como la prueba del prick, suelen realizarse en primer lugar para confirmar la sospecha diagnóstica. Se coloca una gota del extracto alergénico diluido sobre la piel, seguidamente se punciona a través del extracto, utilizando la punta de un bisturí o una aguja de calibre 27, y generalmente levantando la piel.
Tratamiento de la alergia al polen
Evitar el alérgeno es el tratamiento más eficaz, pero esto suele ser inviable, ya que implicaría cambiar el lugar de residencia.
Generalmente se utilizan antihistamínicos para tratar los síntomas de esta alergia. Los efectos adversos indeseables y la toxicidad de los bloqueantes H1 son muy poco frecuentes; entre ellos se encuentran: nauseas, vómitos, diarrea, estreñimiento, anorexia, somnolencia, debilidad muscular, reducción de la capacidad de concentración y de alerta, retención urinaria, palpitaciones, sequedad en la boca, opresión en el tórax, trastornos visuales, alucinaciones y más tarde depresión respiratoria, fiebre, hipotensión y midriasis.
También puede recurrirse a la inmunoterapia con el alérgeno, es decir, la vacuna. Cuando no se puede evitar el alérgeno o controlarse lo suficiente, y el tratamiento farmacológico no alivia los síntomas, puede aplicarse la inmunoterapia con el alérgeno. Se inyecta un extracto de alérgeno por vía subcutánea en dosis crecientes.
Existen otros tratamientos como los corticoides, que también suelen utilizarse.
Abordaje de la alergia al polen desde la medicina complementaria
Desde la medicina no convencional se propone realizar un tratamiento más específico y personalizado tras llevar a cabo una valoración del paciente. Se utiliza la acupuntura, homeopatía, oligoterapia, plantas medicinales, entre otros, para tratar esta patología.
Un mes de desintoxicación para eliminar posibles toxinas es el primer paso, para luego aplicar el tratamiento específico.
Alguno de los medicamentos utilizados son Pollens 30 CH, Poumon Histamine 15 CH, Lympomyosot, Ubichinon Compositum, magnesio, azufre… Se recomienda iniciar el tratamiento uno o dos meses antes de que la polinización comience, con el objetivo de prevenir la aparición de los síntomas.
Alberto Sacristán Rubio. médico de familia y fundador de SportSalud
Alberto Sacristán Rubio en Masquemedicos
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