Todos necesitamos un puente, un túnel, un canal que nos transporte a un momento de calma, un camino que nos permita ser nosotros, sentirnos libres, ser esencia. Esa necesidad se incrementa mucho más en aquellas personas que se ven sometidas a la sintomatología de una enfermedad mental, de trastornos que se alargan en el tiempo y que desdibujan el yo.
A lo largo del tiempo se han buscado muchos recursos para lograr esa evasión y esa reconstrucción de uno mismo pero una de las herramientas que ha logrado superar las barreras del tiempo desde que el hombre es hombre es la
Arteterapia, el arte para sobrevivir, expresarnos y adaptarnos
Art Brut fue un término acuñado por Jean Dubuffet en 1945, para referirse al arte creado fuera de las teorías artísticas clásicas y el academicismo. Una creatividad libre, bruta y fuerte, una pureza realizada fuera de los círculos de profesionales por otros colectivos como los reclusos o los enfermos mentales. Esta mirada en una época donde acaba de cerrarse la etapa grotesca de la Segunda Guerra Mundial inspiraba innovación.
Dubuffet recopiló todas las obras que pudo y expuso en diferentes países del mundo las obras de los artistas marginales democratizando el arte.
El resultado de esa producción artística es una forma de comunicación simbólica y no verbal de las emociones, de los conflictos internos, una expresión más allá del diálogo.
Desde aquel entonces la arteterapia se ha incluido como medida terapéutica en muchos centros, en áreas hospitalarias, en centros de desintoxicación o trastornos alimentarios.
El arte bruto no se ve solo encasillado en la pintura, sino que permite englobar cualquier tipo de disciplina creativa, la escritura automática, la escultura, el trabajo con materiales. Muchos profesionales que imparten estos talleres llegan a intentar cultivar la expresividad desde el uso de material para reciclar o la restauración de muebles antiguos.
El psiquiatra Jean-Pierre Klein, fundador del INECAT (Instituto Nacional de Expresión, de Creación, de Arte y Terapia) hace referencia a la arteterapia como «un proyecto que pone a flote el reto de la transformación, al menos parcial, de la enfermedad física o mental, del malestar, de la marginación dolorosa, del hándicap, en enriquecimiento personal. El dolor, el mal, el trauma se tornan pruebas que la persona debe superar para hacer una etapa de su progreso».
El verano puede ser un buen momento para poner en práctica esta herramienta en todos aquellos que necesitemos canalizar nuestras dificultades, para aquellos que tengan un diagnóstico de salud mental y necesiten encontrar puertas a la calma, menores con dificultades de aprendizaje y para profesionales del ámbito.