Un cambio de casa y de ciudad siempre supone un esfuerzo importante, y no siempre estamos preparados para los cambios. Si nosotros como adultos lo vivimos como estresante los niños si no están preparados, también pueden sufrir algunos malestares.
Impacto del cambio que supone una mudanza en los niños por edades
Para valorar el impacto del cambio lo primero que debemos de tener en cuenta es la edad del niño, hasta los dos o tres años el niño no será consciente de la organización que supone el cambio y no tendrá apego afectivo alto al domicilio anterior, su reacción habitualmente no supondrá preocupaciones salvo que absorban una alta carga de malestar emocional por parte de los padres.
En los niños de los 3 a los 5 años el cambio de casa se puede plantear como un juego, un cambio que va a traer cosas positivas, incluso se pueden introducir dinámicas de juego como pintar la nueva habitación en una hoja y decorarla con ellos sobre el papel con sus lápices de colores. Los niños necesitaran que sus padres les transmitan seguridad y tranquilidad.
A partir de los seis años ya nos encontramos con una decisión que implica más cambios en la vida del niño pues este ha adquirido sus rutinas en esa casa, tiene vínculos con compañeros de colegio, se ha aprendido las calles de alrededor y controla relativamente la zona.
Si ya tenemos edades a partir de los diez, doce años ya son capaces de opinar sobre lo que les conviene sobre lo que quieren por ella será necesario generar un diálogo donde se explique los motivos del cambio, se sea realista con la situación y se solicite cierta colaboración por su parte. En ocasiones la frustración que sienten les puede llevar a tener conductas negativas como aislamiento temporal, malas contestaciones para mostrar que están en contra de esa decisión.
¿Qué hacer ante una mudanza con niños?
Siempre es importante escuchar sus quejas y sus dudas, aunque no se pueda hacer nada por evitar el cambio de hogar o de ciudad, esto les hará sentirse tenidos en cuenta, desahogarse y poder ir realizando la primera adaptación mental para su nuevo domicilio.
Si es posible antes del cambio definitivo sería positivo que el menor tenga contacto con la nueva casa, que vea fotos, que realice visitas, que escoja algún objeto para su habitación… También puede ayudar a guardar los juguetes en sus cajas y rotularlas o poner una pegatina de colores fuera de ellas.
El momento del año más idóneo para realizar una mudanza si es posible escoger sería las vacaciones escolares de verano.
Si el motivo del cambio se debe a eventos que puedan resultar más traumático para el menor como separaciones, fallecimientos, entre otros puede ser positivo que no viva de forma muy intensa la mudanza y que pase unos días en la vivienda de un familiar cercano o incluso si se puede postergar la mudanza intentar hacerlo para evitar que tenga que amoldarse a dos cambios en vez de uno.