¿Cómo controlar las rabietas de los niños?

¿Qué son las rabietas infantiles?

Una rabieta es una forma explícita y explosiva que utilizan los niños pequeños para expresar la ira, el enojo, malestar, enfado, hambre o una frustración y también para satisfacer sus deseos: ser el centro de atención, obtener algo que desean de forma inmediata o evitar hacer algo que no les apetece.

Entre los 2 y los 4 años de edad, los niños descubren su autonomía. Empiezan a investigar y necesitan aprender cuales son los limites, hasta dónde pueden llegar haciendo las cosas a su manera, buscan saber cuánto poder tienen ante sus padres, comprobar si pueden controlarles. Dicho de otra forma: “si lloro… ¿puedo conseguir lo que deseo y que la situación cambie?”.

A esta edad, los niños no dominan sus emociones por lo que no son capaces de controlar su frustración y las rabietas nos muestran su falta de tolerancia.

Durante esta etapa, las rabietas son normales y más o menos frecuentes en todos los niños. A partir de los cuatro años, empiezan a perder fuerza y cada vez ocurren con menos frecuencia, pero esto no quiere decir que hayan desaparecido, porque las rabietas, berrinches o pataletas forman parte del desarrollo del niño.

Poco a poco, si el desarrollo emocional del niño es el adecuado, irá mejorando su capacidad de autocontrol, aprendiendo a gestionar su frustración y desaparecerán las rabietas.

¿Por qué los niños tienen rabietas?

La etapa de rabietas en los niños, surge para poner a prueba la identidad del yo, de saber que pueden hacer y lo que no y también, porque quieren expresar o pedir algo y no les damos lo que quieren y necesitan, en dicho momento, para calmarse. El niño quiere mostrar su autonomía y le aparecen muchas emociones que no sabe controlar o expresar, por eso reacciona de esta forma.

A medida que los niños crecen, empiezan a ser capaces de asumir ciertas normas, poseen habilidades del lenguaje que les permiten expresar sus sentimientos de otra forma y aprenden a negociar para obtener lo que quieren; por lo que las rabietas van desapareciendo.

Las rabietas son necesarias para el desarrollo emocional de los niños. Aprenden a tolerar la frustración y a canalizar y expresar sus emociones de forma adecuada. Se trata de que el niño sepa aceptar su frustración como parte de la vida y comunicar cómo se siente o qué desea sin llorar o patalear.

¿Cómo debemos los padres afrontar las rabietas?

Para la mayoría de los padres manejar las rabietas es una situación difícil y desconcertante, en la que no saben cómo actuar, para ayudar a calmar a sus hijos, sin perder los nervios. Cada niño es diferente y no viene con un “manual de ayuda”, por lo que en muchos casos los comportamientos de los progenitores, involuntariamente, provocan que las rabietas ocurran con más frecuencia y sean más intensas.

A continuación, te ofrecemos una serie de recomendaciones que te serán de ayuda para saber cómo actuar y afrontar las rabietas de tu hijo:

  • Mantén la calma, no dejes que el niño perciba que te está enfadando: no le grites, le hagas pasar vergüenza o le amenaces. Respira, toma aire y sé paciente.
  • No prestes atención a la rabieta, apártate y sigue con lo que estabas haciendo. Observa al niño desde la distancia.
  • No cedas a sus exigencias. Si lo hacéis, el niño percibirá su poder y empezará a utilizarlo, provocando que las rabietas ocurran con asiduidad.
  • Espera a que el niño deje de llorar o disminuya la intensidad para ir donde él, con calma.
  • Cuando termine la rabieta, actúa como si no ha pasado nada.
  • Más vale prevenir. Observa si las rabietas aparecen con frecuencia en determinadas situaciones y anticípate para evitar que se produzcan. Si ves que tu hijo está a punto de coger una rabieta, intenta desviar su atención hacia otra cosa.
  • No vivas con miedo a las rabietas: es un error adaptar lo que hacemos o dejamos de hacer en función de si el niño va a llorar o no. Si quiere llorar, que llore, pero que no le sirva para conseguir nada.

¿Qué podemos hacer para evitar que nuestros hijos tengan rabietas?

Como hemos indicado, hay una etapa que todos los niños y niñas por igual, tienen rabietas; por lo que evitarlas totalmente será imposible.

A pesar de ello, sí puedes seguir las siguientes pautas educativas, para conseguir disminuir las rabietas de tu hijo:

  • Dedícale tiempo. Cuanto más valorado se sienta tu hijo, menor será su tendencia a coger rabietas.
  • Juega con él, esto mejorará vuestra relación.
  • Ten actos espontáneos de afecto y dile frecuentemente cuanto le quieres.
  • Felicítale cuando consiga un logro.
  • Evita los castigos.
  • Fomenta la disciplina positiva.
  • Actúa con cariño, pero con firmeza. Tienes que decir “no” cuando hay que decirlo, explicando al niño su porqué y ser constante en tu decisión.
  • Enseña a tu hijo a negociar sin llorar.
  • Cuando termine una rabieta, siéntate con tu hijo, y con cariño, ayúdale a reflexionar sobre su conducta. Entre ambos, seguro, encontráis soluciones.
  • Contribuye al desarrollo emocional de tu hijo, fomentando un buen nivel de autoestima y seguridad personal.
  • Ten estrecha comunicación con los profesores o educadores de tu hijo para conocer el comportamiento del niño en el colegio, con sus compañeros…

Por último, indicar, que es muy importante, que padre y madre estéis de acuerdo en la educación de vuestro hijo y tengáis consenso, coherencia y constancia en cuanto a las normas que deseáis el niño respete. Ambos progenitores, deben transmitirle estas normas de forma clara y explícita y mantenerlas.

¿Cuándo y dónde pedir ayuda o consejo profesional?

Aunque hay una etapa que las rabietas son normales en todos los niños, pueden convertirse en un problema. Deberíamos buscar ayuda o consejo profesional, si:

  • La frecuencia de las rabietas y su fuerza, son más intensas de lo normal.
  • Durante las rabietas el niño se comporta de forma violenta o agresiva con el mismo, con los demás o con objetos.
  • Observamos dificultades en el desarrollo emocional, social o verbal del niño.
  • En la guardería o colegio nos avisan sobre un comportamiento no adecuado.
  • Las rabietas afectan al ambiente y relaciones familiares.
  • Las rabietas no cesan a medida que el niño crece.

En estos casos, sería recomendable acudir a un psicólogo infantil o un pediatra, que podrá valorar la situación, orientarnos e intervenir si es necesario.

Conclusión

Las rabietas son normales y más o menos frecuentes en todos los niños, principalmente entre los dos y los cuatro años. A medida que el niño crece y madura, estas van remitiendo, llegando a desaparecer.

La actitud que tengan los padres en esta etapa es fundamental, ya que definirá el futuro del desarrollo emocional y personal del niño o la niña.

Si como madre o padre, necesitas ayuda u orientación para afrontar esta etapa, no dudes en pedir consejo profesional.

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