A casi tres años del inicio de la pandemia por COVID-19, muchas personas siguen teletrabajando. De hecho, el trabajo en remoto se ha establecido como la opción preferida por muchas empresas en todo el mundo.
En un principio, la mayoría de teletrabajadores veía y valoraba las ventajas que podía tener trabajar desde casa, como no tener que desplazarse, ahorrar tiempo y dinero, o gestionar mejor el horario y las tareas laborales. Sin embargo, el teletrabajo también puede tener a largo plazo consecuencias muy negativas para nuestra salud mental, como indica Sonia González, directora de la clínica Psyfeel de psicólogos Salamanca.
Actualmente, las consecuencias negativas han comenzado a manifestarse en forma de depresión, ansiedad, el síndrome del trabajador quemado o la sensación de aislamiento y soledad. Y es que para muchas personas ir a trabajar no solo era cumplir unas tareas y un horario, sino que suponía tener una vida social allí.
Para las empresas el trabajo en remoto también tiene muchas ventajas. Por ello hoy siguen manteniendo esta modalidad, a pesar de que las restricciones del COVID-9 se han reducido y casi eliminado. Algunas de estas ventajas tienen que ver con un ahorro de dinero y de mantenimiento de infraestructuras bastante grande, o una una mayor productividad y eficiencia en los trabajadores a corto plazo.
No obstante, en muchas empresas no se están teniendo en cuenta los efectos indirectos de tener trabajadores quemados a largo plazo. “Crear un clima que fomente la motivación, las relaciones entre compañeros y la confianza tendría que ser una de las prioridades de las empresas”, según Sonia González, “ya que esto garantizaría una mayor productividad, una permanencia en la empresa de los trabajadores y un mayor bienestar y satisfacción laboral”.
¿Por qué el teletrabajo fomenta el sentimiento de soledad?
Un lugar de trabajo físico a menudo crea las condiciones necesarias para tener una conexión social con el resto de compañeros, lo cual es mucho más difícil de conseguir trabajando en remoto. Los seres humanos somos sociales, por lo que en nuestro día a día nos inclinamos a aquellas actividades que nos permitan estar en sociedad.
El aislamiento es un estado objetivo, en el que una persona se encuentra físicamente en soledad. No es lo mismo estar solo que sentirse solo. Podemos sentirnos solos sin estar aislados, pero sí que es verdad que estar aislados influye directamente en el sentimiento de soledad.
En este sentido, ir a trabajar al puesto de trabajo conlleva que tengamos que salir de casa, desplazarnos, tomar el aire, ver gente y relacionarnos con nuestros compañeros de trabajo. Es decir, trabajar presencialmente fomenta la vida en sociedad. Sin embargo, el teletrabajo hace que no tengamos que salir obligatoriamente a la calle, por lo que fomenta el aislamiento.
Actualmente, podríamos vivir sin ver gente: trabajar desde casa, comprar a través de internet, tener entretenimientos en casa mediante la tecnología, etc. No es necesario salir para sobrevivir.
Sin embargo, a nivel de salud mental, tener contacto social es esencial. Pasar mucho tiempo en soledad puede llevarnos a estados de ansiedad o depresión, mientras que el contacto con la gente en líneas generales mejora nuestro bienestar.
El trabajador solitario con mayor probabilidad se sentirá cansado, desmotivado o tendrá más ganas de dejar su puesto de trabajo. Sin embargo, el trabajo en equipo fomenta la motivación y las ganas de trabajar, mejorando a su vez la productividad de la empresa.
El síndrome del trabajador quemado
A parte de la soledad, uno de los efectos a largo plazo más destacables del teletrabajo es el llamado síndrome del trabajador quemado o burnout. Es un síndrome caracterizado por la fatiga y el cansancio en el trabajo, la desmotivación, la irritabilidad, la insatisfacción con nuestros objetivos de vida e incluso la valoración negativa sobre uno mismo.
Este estado de “quemarse en el trabajo” puede aparecer en muchos puestos, pero en el teletrabajo suele estar desencadenado por la rutina, la falta de contacto social en el entorno laboral y la ausencia de separación entre el entorno laboral y el personal. Y es que trabajar en casa hace que llegues a asociar tu hogar con el trabajo y, por lo tanto, no puedas desconectar.
Además, llegar a este punto de desmotivación, puede hacer que la productividad disminuya y que tengas menos concentración, ya que en casa existen más distracciones que en el puesto de trabajo.
Cómo las empresas pueden ayudar a reducir los efectos negativos del teletrabajo
Si bien el teletrabajo tiene muchas ventajas, tanto a nivel personal como empresarial, no podemos dejar de lado los efectos negativos. En este sentido, las empresas también pueden hacer algunas cosas para no dejar que sus trabajadores se quemen o se aíslen por las condiciones del trabajo en remoto.
En este sentido, tanto si el trabajo es en remoto como en físico, es importante fomentar la cohesión grupal. Esto es la fuerza y la conexión que puede haber entre los miembros del grupo. Las empresas pueden ayudar a crear esta conexión mediante la organización de actividades en grupo para los empleados. Algunas ideas son talleres psicológicos para fomentar el trabajo en equipo y para conocer a los miembros del grupo, o actividades deportivas o de ocio fuera de la oficina organizadas por la empresa (“team building”).
Por otra parte, si la empresa quiere mantener el teletrabajo, puede plantear un formato mixto. Es decir, plantear algunos días fijos para ir a la oficina, aunque la mayor parte del tiempo se trabaje en remoto. Esto puede hacerse planteando que uno o dos días a la semana sea obligatorio ir a la oficina y que, en estos días, se realicen más tareas en equipo.
Igualmente, algunas empresas en países como Reino Unido han optado por garantizar un dinero extra a los empleados para gastar exclusivamente en deporte y actividad física. El deporte ayuda al bienestar y la salud mental y, a su vez, permite al empleado en remoto dedicar un tiempo del día a salir de casa y estar en otro entorno.
El fin último de las empresas es la productividad y el beneficio, pero muchas veces intentan conseguir este objetivo sin darse cuenta de que esto depende de la motivación de sus empleados. Conseguir esta motivación se traduce en mayor productividad y mejor ambiente de trabajo. Por eso los esfuerzos deberían estar puestos también en mejorar este aspecto y no solo directamente en la eficiencia en productividad. Algunas estrategias son garantizar unas buenas condiciones de trabajo, dar muestras de reconocimiento de los logros de los trabajadores, proponer incentivos o atender a las demandas y propuestas de los empleados.