Ya desde los años 30 se conoce la importancia de las pautas educativas de los padres y la influencia que tienen sobre la personalidad y desarrollo de nuestros hijos.
Es importante tener en cuenta que las relaciones que se crean en el hogar son bidireccionales, lo cual quiere decir que no sólo los padres influenciamos sobre nuestros hijos, sino que éstos también influyen sobre los padres a nivel social y emocional. Es de interés general que todos estemos a gusto en casa para mejorar la calidad de vida.
Cada niño es un ser único, y, por lo tanto, las pautas educativas deben ser relativamente flexibles según las necesidades personales de cada uno, aunque siguiendo un patrón común. No se debe pretender que los padres hagan exactamente lo mismo con todos sus hijos y en todas las situaciones, pero sí es aconsejable que se muevan dentro de un marco de límites consensuado previamente entre los progenitores, y sin la presencia de los hijos/as.
Basándonos en un estilo parental democrático y los estudios realizados hasta la actualidad sobre los beneficios que representan, aprender a relacionarnos correctamente con nuestros hijos puede aportarles grandes beneficios. Entre éstos podemos destacar un mejor desarrollo psicosocial (autoconfianza, mejores relaciones interpersonales y autoestima), mejor rendimiento y motivación escolar, menor estrés psicológico por la capacidad de poder anticipar las posibles consecuencias de las diferentes situaciones y menos problemas de conducta.
Cuando hablamos de una educación democrática, en ningún momento nos referimos a la exclusión de normas y límites, todo lo contrario, a lo que refiere es a una correcta interiorización de dichas normas a través de una pedagogía inductiva, en la que se invita al niño a la reflexión y comprensión de las mismas, con las consecuencias adecuadas a su nivel de madurez, y una responsabilización sobre sus propias acciones.
Es muy importante que como padres tengamos muy clara nuestra filosofía educativa y la llevemos a la práctica de manera justa, dando ejemplo con todos los miembros que conviven en el hogar, y con las adaptaciones necesarias en función de la edad, experiencias previas del niño/a y su personalidad.
Consejos para llevar a la práctica una buena relación con nuestros hijos
- Estar abiertos al diálogo con nuestros hijos.
- Aprender a escuchar sus puntos de vista y pedir que escuchen los nuestros, adaptando nuestro vocabulario a su edad. Dar ejemplo es fundamental.
- Aprender a negociar con ellos para involucrarles en ciertas responsabilidades (ejemplo: si me ayudas a poner la mesa tendremos tiempo para jugar antes de ir a la cama).
- Dedicar un espacio de juego al día. No importa que éste sea muy breve porque no dispongamos de tiempo, pero es importante que disfrutemos de pequeños momentos de diversión con nuestros pequeños en los que reforcemos las relaciones positivas.
- Empatizar con sus preocupaciones.
- Ser capaces como padres de hablar de nuestras emociones y dar ejemplo.
- Estimular la consciencia emocional (¿cómo te encuentras hoy?¿estás alegre, triste…? ¿qué sientes?¿qué harías para mejorar si te encuentras mal?¿necesitas algo?¿puedo hacer algo por ti?).
- No adelantarnos para resolver sus problemas.
- Dejarles autonomía en lugares seguros.
- No comparar con otras personas (hermanos, amigos, primos…).
- Ser congruentes (Ejemplo: no decir “¡no chilles!”, chillando).
- No tener miedo a que sufran frustraciones porque algo no ha salido bien, o porque no tienen lo que quieren en cada momento.
Sara Colom, psicología y sexología
Sara Colom, psicología y sexología en Masquemedicos