El miedo es una reacción evolutiva de los seres humanos y no tiene que ser negativa porque su función principal es la adaptación. Esta emoción nos informa de las situaciones que pueden comprometer el bienestar de nuestro organismo y prepara nuestros recursos para enfrentarnos a él y resolver la situación.
Todos los niños tienen miedos en alguna de las etapas de su desarrollo, esos miedos se denominan evolutivos.
¿Cómo diferenciar cuando un miedo deja de ser evolutivo?
- Un miedo que se arrastra en diferentes edades y llega a no ser coherente para su edad cronológica.
- Cuando el miedo bloquea al niño y deja de hacer cosas o se vuelve dependiente del adulto en todas las situaciones. Son sobre todo reacciones desproporcionadas.
- Cuando a través de la existencia del miedo se producen reacciones físicas somáticas (nauseas, dolores de cabeza, dolores de barriga, diarreas…).
- Cuando la persistencia es mayor de seis a nueve meses.
¿Qué no debemos de hacer ante el miedo?
- Intentar que lo afronte directamente si no está preparado.
- Hacerle pensar que tener miedo es de niños débiles o poco valientes.
- Mostrarnos excesivamente protectores pues esto puede favorecer que el miedo se consolide y que la solución pase siempre por el adulto.
- Mostrar que nosotros también tenemos un gran miedo. El niño se sentirá desprotegido.
- No permitirle hablar de ello.
Tabla de miedos
- 0/6 meses – Ruidos fuertes, movimientos repentinos, desprotección, tactos extraños…
- 7/12 meses – Objetos que surgen bruscamente, estar en brazos de extraños, juguetes grandes
- 1 año – Heridas, lugares nuevos, interacción con extraños, compartir juguetes…
- 2 años – Animales, globos, comidas nuevas, ruidos fuertes, alturas.
- 3 años – Oscuridad, máscaras, objetos muy grandes, separación de los padres.
- 4 años – Separación padres, estar con desconocidos, ante heridas
- 5 años – Truenos y relámpagos, payasos, dormir solos.
- 6 años – Seres sobrenaturales, animales, monstruos en películas
- 7 a 12 años – Que le pase algo a los padres, estar solo en casa, hacer un examen, que se rían de él, accidentes, ponerse enfermo.
Si el niño sufre miedos que no se encuentran dentro de los miedo evolutivos, que son persistentes y se mantienen con el paso del tiempo, lo conveniente es acudir a un experto en psicología infantil. Existen diversas terapias que les ayudan a superar sus temores, fobias, etc. Ayudando a los niños a enfrentarse a estos miedo de forma óptima y psicológicamente saludable, se previenen además trastornos como la ansiedad y el estrés.