Si hay una cirugía indicada para menores de edad esa es la otoplastia.
La cirugía de las “orejas de soplillo” puede realizarse a partir de los seis años; edad en la que la estructura de las orejas se ha configurado prácticamente en su totalidad.
Dado que las orejas se desarrollan tan temprano, realizar una otoplastia no comprometerá su crecimiento posterior; algo que sí que podría suceder con otras partes del cuerpo.
La otoplastia es una intervención en la que la familia del menor tiene una labor muy importante: deben saber apreciar las señales que indican el descontento del niño con sus orejas (problemas en el colegio, decaimiento, autoestima baja…).
En un primer momento, las familias suelen acudir a un psicólogo que, en la mayoría de los casos, deriva el caso a la consulta de un cirujano especializado. Hay que tener en cuenta que fomentar la confianza es una parte importante del crecimiento y el aprendizaje durante la niñez; algo que se puede ver comprometido fácilmente con las burlas de los compañeros de clase.
La mayoría de las personas que acuden a la consulta solicitando una otoplastia son, por lo general, gente joven que cuenta con unas orejas muy despegadas (orejas de soplillo).
Gracias a la otoplastia se puede corregir la forma y/o el tamaño de las orejas prominentes. El objetivo es lograr una mejor armonía entre las distintas partes del óvalo facial. Con la cirugía de las orejas se consiguen beneficios tanto estéticos como psicológicos.
Otra ventaja de los procedimientos de otoplastia en menores es la capacidad de moldeo del cartílago de la oreja. Las orejas más jóvenes presentan un tejido más flexible que las orejas adultas, lo que favorece el resultado de la otoplastia.
¿Cómo es la cirugía de orejas despegadas?
Cualquier intervención quirúrgica conlleva riesgos, pero la otoplastia es un procedimiento simple que se realiza en tejido no crítico. Por lo general, la cirugía de las orejas en los niños se realiza de forma ambulatoria bajo anestesia local y sedación, por lo que el menor se recuperará en casa tras la intervención.
Para modificar la oreja se realiza una pequeña incisión en su parte posterior; dejando una cicatriz que es prácticamente inapreciable para el ojo humano. A partir de esa incisión se expone el cartílago auricular que se esculpe y dobla hacia atrás; se pueden emplear puntos internos para mantener la nueva forma.
En otras ocasiones hay que extirpar una parte del cartílago o una cuña de piel para conseguir una oreja con un aspecto más natural. La mayoría de las veces se intervienen las dos orejas para conseguir una mejor simetría (aunque a primera vista solo parezca que el problema es de una de ellas).
La recuperación requiere de un vendaje alrededor de la cabeza para sujetar las orejas durante una semana; tras esto, se colocarán durante seis semanas bandas elásticas por la noche para mantener las orejas en la posición adecuada mientras sanan. Las orejas pueden doler un poco los primeros días, pero se alivia fácilmente con medicación
Los niños pueden volver al colegio transcurrida una semana, siempre y cuando tengan cuidado con las actividades físicas y de contacto.
Los resultados de la otoplastia generalmente superan a las desventajas. Es un procedimiento con una tasa de éxito muy alta y, aunque no hay manera de saber si el niño va a poder escapar de las burlas, sí que supone una preocupación menos y, como padres, ¿Quién no iba a perseguir la felicidad de su hijo?.
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Dr. González-Fontana en Masquemedicos