En una relación afectiva los conflictos y problemas son frecuentes. No hay relaciones de pareja sin conflictos, sino que hay parejas que saben gestionar en su día a día las dificultades de la relación y parejas que no encuentran el camino y entran en una espiral creciente de conflicto que provoca el desgaste y el deterioro de su vida afectiva.
Si la espiral de conflicto crece en tu relación, analiza la estrategia de solución que empleas ya que, precisamente, puede contribuir a mantener el problema. Al insistir en esa misma solución –muchas veces con la mejor de las voluntades- se agrava la situación y nos alejamos del objetivo: una vida afectiva plena, satisfactoria y feliz.
A continuación te explico algunas de las estrategias comunes que empleamos para gestionar nuestros conflictos en pareja, pero que no siempre funcionan como deseamos. ¿Reconoces alguna?
Estrategias de solución que pueden no dar el resultado que buscas
1. Pido lo que quiero a mi pareja
De entrada no es una mala estrategia. Si no pedimos a nuestra pareja lo que deseamos es muy posible que no se entere de nuestras necesidades y deseos. Sin embargo, nuestra pareja puede no comprender nuestro mensaje, no sentirse capaz de cumplir nuestro deseo o, simplemente, no quiere darnos lo que le estamos pidiendo.
En estos casos, insistir del mismo modo puede llevar a nuestra pareja a sentirse criticada y a distanciarse, cuando lo que estamos buscando es todo lo contrario, un mayor acercamiento y un sentimiento de unión.
2. Cansado de pedir, dejo de pedir
Tras una larga temporada de peticiones infructuosas, dejo de pedir a mi pareja lo que deseo de forma consciente y deliberada. Sin embargo, la frustración y el enfado siguen ahí. Y es posible que en la desesperación me muestre como una víctima.
Con esta estrategia, lo más probable es que aumente mi enfado y mi frustración y, con ello, mi resentimiento. Con el tiempo, este enfado acabará por salir de forma hostil por la rabia acumulada o bien me llevará a una tristeza creciente. Lo peor es que mi pareja no se apiadará ante mi rol de víctima; y lo más probable es que se ponga a la defensiva, no comprenda mi tristeza y se moleste por mi hostilidad.
3. Niego mis necesidades
Quizás al negar mis necesidades cesen las discusiones y una aparente paz reine en la relación durante un tiempo. Sin embargo, estaré sacrificando mi potencial de crecimiento personal y mis ilusiones y, con el tiempo, estas pérdidas vitales ya no quedarán compensadas por la paz en la relación.
Tu verdadero yo sigue en ti y tarde o temprano te pedirá la atención que se merece. Puede ser una experiencia dura de elaborar.
4. Doy consejos y trato de ayudar a mi pareja
Cuando mi pareja tiene algún problema intento ayudarla, darle soluciones, decirle que es lo mejor… ¿Qué menos, no? Sin embargo, olvido que mi pareja puede sentirse criticada con esta postura, quizás busca una relación de igual a igual, un interlocutor válido que comprenda sus sentimientos sin decirle qué ha de hacer.
Apoyar al otro es sin duda importante, aunque sin olvidar el modo en que el otro desea ser ayudado. No es infrecuente que en la ayuda que prestamos haya también intereses personales que nos lleven a intentar persuadir a nuestra pareja, e incluso a presionarla, con la excusa de que al fin y al cabo solo te quiero ayudar y te propongo lo mejor. Por lo general, cuando nuestra pareja se siente criticada, poco valorada e incomprendida, se aleja, se enfada, se resiente o se entristece.
5. Me lanzo al soborno emocional
Esto significa que doy algo a mi pareja a cambio de recibir de vuelta algo que deseo. Por ejemplo, le hago un favor con el fin de tener una relación sexual. Cuando una pareja percibe que lo que recibe no es fruto de una generosidad incondicional basada en el amor, suele alejarse molesta y puede sentirse manipulada o utilizada. El recurso del trueque implícito –“Si te doy esto, entonces tú me darás aquello”- no suele dar buenos resultados ya que da a la relación un sesgo instrumentalista que nos aleja del sentimiento de amor genuino.
En una relación afectiva, lo ideal es alcanzar un equilibrio entre el dar y el recibir, y eso es algo muy peculiar de cada pareja. Y es que en la relación afectiva se aplica la máxima del poeta y filósofo romano Lucrecio: “lo que es comida para unos, es amargo veneno para otros”.
Bibliografía
Page, S. (1997). La pareja armónica. Cómo la iniciativa de uno logra el cambio deseado. Barcelona: Ediciones Folio.
Georgina Burgos Gil, Psicóloga especialista en Terapia de pareja
Georgina Burgos Gil, Psicóloga en Masquemedicos