“La belleza está en los ojos del que mira”, o al menos, es lo que nos han contado a muchos de nosotros desde niños. La Real Academia Española (RAE), que vela por el buen uso y la unidad de la lengua española, define la belleza como:
- Cualidad de bello.
- Persona o cosa notable por su hermosura.
Además, introduce el concepto “belleza ideal” para referirse al prototipo o ejemplar de belleza a la que tienden ciertas formas de la realidad en continua búsqueda de la belleza en sí.
Por su parte, el famoso diccionario americano Merriam-Webster nos dice que la belleza está relacionada con aquellas cualidades que “dan placer a los sentidos o exaltan la mente”. Las ciencias y las humanidades defienden que ese ideal de belleza se construye socialmente en función del tiempo y del espacio. Es decir, en cada época, en cada región o en cada estrato social existe y ha existido un determinado ideal de belleza, marcado por la percepción estética predominante en un período concreto de tiempo.
Lo que es un hecho es que los seres humanos estamos constantemente confrontados con la belleza. Las normas que rigen y permiten definir los criterios de belleza varían constantemente. Aquello que es bello para un individuo, puede no serlo para otro, o aquello que es considerado como bello en una época puede ser considerado antiestético en otra.
La belleza a través de las edades
Si exploramos el concepto de belleza a través de las edades podemos analizar aspectos bastante curiosos:
En el antiguo Egipto
Tanto los hombres como las mujeres se preocupaban bastante por su aspecto físico. Controlaban su peso y seguían una alimentación estricta basada en frutas y verduras.
Las mujeres egipcias no eran excesivamente altas, contaban con cinturas diminutas, estómagos planos y bustos redondos. Los hombres egipcios eran relativamente delgados y contaban con un aspecto algo frágil.
En la Grecia antigua
Se apostaba por la tez pálida, ya que era un signo de prestigio, riqueza, belleza y poder. Pero como la mayoría de ellos no nacía con piel de porcelana se pintaban sus rostros con plomo blanco, una sustancia tóxica que afectaba su salud y que acortaba unas vidas ya de por si limitadas.
Los romanos
Contaban con cánones de belleza claramente definidos. Apostaban por la simetría y la armonía, buscaban la proporción entre la forma del cuerpo, las extremidades y las facciones de la cara.
Cánones de belleza
Estos pequeños apuntes históricos remarcan la idea de que el ideal del cuerpo humano es fruto de la interacción entre la cultura, la religión, la economía… Gran parte de la responsabilidad en la difusión de esos cánones de belleza a lo largo de la historia la han tenido los artistas plásticos. Repasando cuadros y esculturas podemos observar la evolución de lo que se ha considerado como bello en cada época.
Por ejemplo, nada tienen que ver las tres Gracias de Pedro Pablo Rubens -tres exuberantes diosas con caderas anchas, pechos pequeños y generosas carnes- con la Venus del espejo de Velázquez, donde se representa a una mujer mucho más cercana al canon de belleza actual, con piernas largas y estilizadas, caderas estrechas, nalgas no demasiado redondas, cintura fina, y cuello y espalda armónicos.
Lo que es un hecho es que hoy en día los jóvenes, y no tan jóvenes, se ven bombardeados constante por imágenes en los medios de comunicación donde nos venden ideales de belleza muy alejados de la realidad que, habitualmente, provocan inseguridades e insatisfacciones en la gente de a pie. La solución es bastante clara: quererse a uno mismo y aprender a diferenciarse de los demás.
Dr. Julio Terrén, especialista en cirugía estética
Dr. Julio Terrén en Masquemedicos