Aunque es una cuestión que requiere actuar con prudencia, siguiendo una serie de protocolos, lo cierto es que la diabetes no es incompatible con los implantes dentales. A priori, al menos, por sí sola padecer esta patología no es razón suficiente como para abandonar la idea de ponerse un implante dental.
En este artículo vamos a explicar por qué existe cierto riesgo, lo cual no significa que no puede controlarse, además de dar algunos consejos prácticos que nos orienten al respecto.
¿Es peligroso poner implantes a un diabético?
No lo es, siempre que el diabético esté controlado y el dentista no lo desaconseje. Igualmente, puede equilibrarse al paciente diabético antes de realizar este tipo de intervención.
Es decir, en la práctica es fundamental seguir las instrucciones del médico en cuanto a el seguimiento de tratamientos, así como a la hora de mantener una dieta adecuada y una vida activa.
No en vano, el nivel alto de azúcar en la sangre debilita el sistema inmunológico, siendo menos efectivo y, por lo tanto, aumentando el riesgo de sufrir infecciones, al tiempo que dificulta la cicatrización de las heridas.
Si a estos problemas le añadimos que en la boca existen centenares de especies bacterianas y la naturaleza de la intervención de los implantes, se entiende la importancia de controlar la diabetes.
El control de la enfermedad, clave
En sí misma, para concluir, la diabetes no es una contraindicación para la colocación de implantes dentales. Siempre que, como hemos apuntado, se lleve a cabo un adecuado control metabólico de esta condición médica y, por supuesto, no lo desaconseje el especialista.
En otras palabras, por un lado, se supedita la realización del implante a dicho control, pero cada paciente tiene sus propias características, por lo que hay que examinar cada caso para considerar otros posibles problemas de salud que lo desaconsejen. O, sencillamente, que obliguen a considerar otras complicaciones.
Si el único problema detectado es la diabetes, hemos de considerar, como hemos apuntado, la necesidad de controlar la enfermedad, puesto que la deficiente respuesta inmune aumenta el riesgo de sufrir una cicatrización retardada, así como problemas durante el proceso de la remodelación ósea, incrementando el riesgo de alteraciones en la oseointegración.
Los pacientes que lleven un control metabólico de su enfermedad no tienen por qué presentar este tipo de problemas y, por lo general, tampoco se observan diferencias de duración del implante con respecto a pacientes promedio.
Cómo actuar: consejos prácticos
Las particularidades del paciente diabético a la hora de realizarse implantes dentales obligan a tener en cuenta una serie de consideraciones antes, durante y después de la intervención, en función de lo apuntado.
El paciente diabético que acuda a la consulta para realizarse uno o varios implantes deberá ponerse en manos del dentista, quien deberá orientar al respecto.
Básicamente, se trata de acudir al diabetólogo, en caso de no haberlo hecho con anterioridad o de retomar los controles con normalidad, acudiendo a ellos con la frecuencia necesaria.
La hemoglobina glicosilada es uno de los valores que deben controlarse para la realización de intervenciones a diabéticos, además de prescribirse antibióticos de forma previa o, por ejemplo, clorhexidina que deberá aplicarse como colutorio dos veces al día, después de la cirugía.
Por lo demás, se trata de una intervención quirúrgica bastante rutinaria, a la que cualquier persona puede ser candidata y durarle toda la vida cuando la intervención es un éxito. Siempre que se superen con éxito las evaluaciones realizadas previamente, que lo sea es muy sencillo.
En ellas se revisa la calidad del hueso o las características radiográficas, así como las condiciones médicas específicas de cada paciente, como la diabetes, buscando el modo de llevarla a cabo sin problemas. Por lo tanto, actuar con las debidas precauciones es la mejor fórmula para aconsejar o desaconsejar su uso, así como para lograr intervenciones en pacientes diabéticos, tan exitosas como en pacientes sanos.