Cuando se habla de indefensión aprendida, se refiere a un comportamiento pasivo que adoptan personas o animales, creyendo que son incapaces de reaccionar ante situaciones desagradables.
Cuando la persona emprende acciones para evitar esas experiencias dolorosas, pero estas no son efectivas, acaba inhibiéndose y desarrollando pasividad, pensando que no puede hacer nada para modificar la situación. Esta pasividad es entonces, una actitud aprendida, cuando no encuentra solución para cambiar el entorno de las situaciones que le afectan, y piensa que haga lo que haga será inútil. Esto puede provocar depresión, ansiedad y problemas de autoestima.
Situaciones en las que se da la indefensión aprendida
La indefensión aprendida puede surgir ante situaciones específicas. Por ejemplo, en la violencia de género, la víctima se siente indefensa, y a causa del desgaste psicológico que produce la violencia física y los ataques psicológicos, esta puede acabar asumiendo parte de la culpa, ya que cree que es incapaz de hacer algo para cambiar la situación. La víctima de violencia de género aprende a comportarse de forma pasiva, se adapta a esta situación traumática, suspendiendo el juicio crítico hacia ella misma y hacia su agresor.
Esta pasividad no es exclusiva de situaciones tan extremas como la violencia de género, también puede aprenderse en otras situaciones de la vida cotidiana. Sufrir bullying en el colegio, tener unos padres muy autoritarios, o un jefe que le hace la vida imposible. Cuando una personas es reprendida de forma continua, sin importar lo que hagan para intentar cambiar esa situación, al final aprenden a no responder, a ser pasivos.
El psicólogo Martin Seligman estudió este comportamiento, y determinó que la interpretación que dan las personas a los hechos que ocurren, y su capacidad de asumir la responsabilidad de la situación -aunque no dependa de ellos-, influyen de manera notoria en el carácter que adoptan frente a esta.
La indefensión aprendida está asociada a frases del tipo “esto es lo que hay y, haga lo que haga, todo seguirá igual”, o surge como respuesta a frases como “no sirves para nada”. Pensar que uno mismo no es capaz de hacer, cambiar o conseguir nada, puede llegar a ser muy destructivo para la persona.
Superando la indefensión aprendida
La indefensión aprendida no es una conducta innata, se trata de un comportamiento aprendido, como consecuencia de diferentes situaciones que ocurren en la vida, y como cualquier otra actitud aprendida, es posible modificarla. Para ello, es necesario desaprender la indefensión, y conseguir aprender nuevos comportamientos que ayuden a recuperar la autoconfianza y a mejorar el autoestima. De esta manera las personas serán conscientes de de sus capacidades para cambiar las situaciones adversas.
Para evitar la indefensión aprendida, debemos tener la capacidad de creer que somos nosotros mismos los que podemos conseguir esos cambios con trabajo y esfuerzo, siendo conscientes de que nosotros tenemos el control, y no los demás. La ayuda de un amigo, un familiar, y/o de un psicólogo, puede ser determinante en la recuperación de la confianza y la autoestima.
Clínicas Origen, especialistas en Psicología y Psiquiatría
Clínicas Origen en Masquemedicos