La importancia del vínculo entre paciente y psicólogo para el éxito de la terapia

Entendemos por adherencia al tratamiento, en el caso de la psicología, a “la coincidencia entre el compromiso de una persona y los consejos de salud y prescripciones que ha recibido” (Epsein y Cluss, 1982). Hace referencia a una gran diversidad de conductas: tomar parte en el tratamiento, continuar con el mismo, desarrollar hábitos de salud, evitar conductas de riesgo, acudir a las citas, realizar las tareas encomendadas, aplicar las técnicas aprendidas, etc.

La adherencia al tratamiento en el caso de los psicólogos es algo complicado de lograr. Para el psicólogo es extremadamente importante e interesante conseguir una adecuada alianza terapéutica entre el paciente y el profesional y un rapport apropiado, en resumen, una relación favorable entre ambos, estando los dos en sintonía emocional y psicológica. Esto depende fundamentalmente de las habilidades distintas del terapeuta para poder conectar con un caso en concreto.

Partiendo de esa premisa y, como sabemos, el psicólogo no tiene una “varita mágica” para resolver una problemática particular pero sí cuenta con los conocimientos y herramientas para prescribir a un paciente determinadas tareas o conductas. Los psicólogos en consulta aplican técnicas y plantean herramientas que deben extrapolarse a la vida cotidiana del paciente, es decir, el verdadero trabajo personal lo hace el paciente y lo lleva a cabo fuera de la consulta.

¿Por qué falla la adherencia al tratamiento?

Si no se realizan las prescripciones,  el paciente se frustra al no ver resultados rápidamente. El modelo psicológico es diferente al modelo médico o biológico, con el que se pretenden encontrar marcadores biológicos de una determinada enfermedad, como son, niveles en sangre de alguna sustancia, alguna alteración cromosómica o genética, alguna variación en una imagen cerebral, niveles inadecuados de neurotransmisores o en los receptores, etc.; en el caso del modelo médico, un determinado tratamiento farmacológico haría que los síntomas y los signos de una determinada enfermedad se redujeran. Sin embargo, el psicólogo ayuda al paciente a desarrollar su propio tratamiento y pone en marcha una intervención a medida, mientras que la persona hace una inversión personal, de modo que puede ser capaz de aprender habilidades cognitivas, emocionales o motoras para manejar su problema.

En estas ocasiones, el paciente, a partir del tratamiento psicológico, tiene que romper con viejos hábitos personales o se empieza a plantear aspectos de su vida, de su entorno o de su personalidad que le hacen daño o le producen ansiedad. Existen situaciones, cuando se empieza a ahondar en esos aspectos, en las que el paciente puede sentirse al principio más molesto que de costumbre, ya que está rompiendo con sus antiguos hábitos y analizando matices que antes no se planteaba, pudiendo provocar un abandono prematuro de la terapia. Si continúa en ella, a medida que desarrolle acciones o estrategias que sustituyan a las del problema de partida, irá sintiendo la esperada mejoría.

El abandono es relativamente frecuente cuando se produce una recaída en la problemática que trae el paciente. Digamos que tira la toalla y, como ha tenido un fallo, no tiene sentido continuar. Esto no es del todo así, es cierto que hay que acoger y dar importancia a la recaída, en definitiva, trabajarla con el terapeuta, pero también mirarla como una posibilidad de aprendizaje que, de no haber existido recaída, no se hubiera producido. Podemos conocer, con su aparición, qué aspectos hay que evitar que le hacen más proclive a recaer y a qué señales, síntomas, signos y circunstancias relacionadas se debe atender.

¿Qué conclusiones sacamos sobre la duración del tratamiento?

Sabemos que la terapia no produce un efecto veloz, como a veces sucede con el modelo médico, y hay que darle un tiempo de existencia, ya que se buscan resultados de mantenimiento a medio y largo plazo. En el caso de la terapia cognitivo-conductual, la cual es mi línea principal, la terapia no se alarga innecesariamente y se trata de que la persona se sienta mejor en el menor tiempo posible. De hecho, si la persona, en cortos espacios de tiempo, observa pequeños logros, la adherencia a la terapia será mucho más elevada. Ni que decir tiene que el tiempo depende del caso concreto, del trastorno, si es que existe, de la dificultad de las tareas y de si se llevan a cabo, entre otros.

En  definitiva, se trata de seguir las indicaciones del profesional y generalizar y aplicar lo aprendido en terapia a la vida cotidiana mediante las tareas pautadas y el trabajo personal. La realidad es aquello en donde vivimos la totalidad del tiempo y la consulta semanal con nuestro psicólogo es sólo una pequeña parte de esa realidad.

Página de Rosalía Menéndez en Masquemedicos

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Categorías: Psicología Salud
Rosalía Menéndez:

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