Después de perder a un ser querido tenemos que enfrentarnos al duelo, es decir, el proceso de adaptación emocional. Cada persona lo vive de manera diferente, pero la psicóloga Kübler-Ross identificó cinco fases del proceso de duelo que explican cómo se siente y cómo actúa una persona durante el duelo. Kübler-Ross llegó a la conclusión de que las etapas, que son: negación, ira, negociación, depresión y aceptación, no siempre siguen este orden y no todas las personas viven las 5 fases. Con esto pretende definir cinco estados mentales distintos que explicarían cómo evolucionamos durante el duelo, desde el momento en que recibimos la noticia de que un ser querido está en fase terminal, o cuando dicha persona ya ha fallecido, hasta que lo aceptamos y podemos continuar con nuestra vida.
Las fases del duelo componen un proceso en el cual la meta es comprender que podemos seguir adelante y que logremos aceptar la pérdida de ese ser querido que ha fallecido. Aunque las fases no siguen un orden determinado, al final llegamos al momento en el que hemos aprendido a aceptar la muerte como un hecho natural de la vida, que es inevitable. Esto nos sirve para comprender el proceso de duelo y saber en qué fase nos encontramos.
Fases del duelo
Primera fase: Negación
Ante una enfermedad terminal en un ser querido o su fallecimiento, el mecanismo de defensa de nuestra mente es la negación de la realidad. Cuando la negamos, rechazamos de forma consciente o inconsciente los hechos para protegernos y reducir el dolor temporalmente: “no me puede estar pasando esto”, “no puede ser”. Aunque es una etapa poco realista, ya que estamos negando algo que ya ha ocurrido, es útil para nuestro organismo, ya que ayuda a amortiguar el dolor y el cambio de estado de ánimo es menos brusco. Mantenerse mucho tiempo en la fase de negación es perjudicial. No aceptar lo ocurrido, es no ser capaz de enfrentarlo y seguir adelante.
Segunda fase: Ira.
Cuando llegamos a esta fase y aceptamos la realidad, somos conscientes de lo que está sucediendo, y nuestra reacción es diferente, tenemos pensamientos como: “¿por qué a mí?” “no es justo”. Sentimos ira y rabia, frustración por saber que un ser querido ha fallecido, o padece una enfermedad terminal y va a fallecer a causa de ella, y que no podemos hacer nada para cambiar la situación.
En esta fase tendemos a percibir la muerte como el resultado de una decisión y nuestra reacción es buscar culpables en amigos, familia o nosotros mismos, incluso animales u objetos, cuando ninguno tiene culpa de lo ocurrido.
Al identificar esta rabia e ira, podemos comprender que son sentimientos que forman parte del duelo.
Tercera fase: Negociación.
Aún no aceptamos la realidad y preferimos permanecer en el pasado. Queremos volver a la vida anterior, cuando nuestro ser querido seguía vivo y nos imaginamos cómo podríamos evitar el hecho de su fallecimiento: ¿qué habría pasado si…?
Además, en esta fase fantaseamos con el hecho de que podemos controlar la situación, creando una realidad ficticia en la que evitamos el fallecimiento.
Esta etapa suele ser la más corta, el esfuerzo mental que llevamos a cabo para aliviar el dolor no es realista, y nos agota mental y físicamente.
Cuarta fase: Depresión.
Dejamos de mantenernos en el pasado, o de fantasear, y volvemos al presente, experimentando una sensación de vacío muy profunda, porque nuestro ser querido ya no nos acompaña. Con depresión no nos referimos aquí al trastorno mental depresivo, sino a los síntomas similares, y que debemos experimentar para poder seguir adelante y lograr sanar. Sentimos incertidumbre, tristeza y mucho dolor. Nos cuesta levantarnos todos los días para continuar con nuestra rutina. No encontramos la motivación que necesitamos para hacer frente a las actividades cotidianas.
Es importante tomar conciencia de que es una parte del duelo, y forma parte del camino para superar la pérdida.
Quinta fase: Aceptación.
En este momento aceptamos la realidad, nuestro ser querido ha fallecido y aprendemos a seguir adelante. Aunque llegamos a esta etapa con gran cansancio y sin percibir sentimientos intensos, poco a poco volvemos a sentir emociones como la alegría y el placer.
Gracias a la depresión, terminamos por aceptar la muerte de nuestro ser querido y comprender que esa es nuestra realidad ahora, tenemos que vivir sin esa persona a nuestro lado. Convivimos con la pérdida y nuestra atención se centra en nosotros mismos y nuestro círculo de amigos y familiares.
Pasar por estas fases del duelo y enfrentar la pérdida de un ser querido, es una experiencia personal: somos nosotros mismos quienes debemos comprender lo que nos está sucediendo y las emociones que sentimos. Anclarnos en alguna de las fases, sin lograr avanzar, puede generar problemas emocionales que tengan impacto en nuestra vida diaria. Si esto ocurre, podemos buscar la ayuda de un psicólogo, que nos acompañe en el camino del duelo y nos ayude a afrontar la pérdida y aceptar la nueva situación. Debemos permitirnos sentir dolor por la pérdida del ser querido y no reprimirlo, porque así únicamente conseguiremos ralentizar el proceso. El duelo es un proceso natural y normal para lograr sanar, y seguir adelante.
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