El objetivo de las terapias psicológicas es trabajar diversas áreas imprescindibles para la recuperación del bienestar de la persona. El tratamiento se diseña de forma personalizada, en función de las necesidades particulares que presente cada caso. Aunque, para intentar simplificar, los tratamientos o terapias más demandados versan en torno a las siguientes áreas de intervención:
Psicoeducación
Se trata de una formación donde se enseña lo que no se ha enseñado de forma explícita en la escuela. Es imprescindible, desde mi punto de vista, y con el objetivo de poder trabajar terapéuticamente, que las personas sepan cómo funciona su aparato psíquico. Básicamente porque es el vehículo que conducimos durante nuestro trabajo y el resto de nuestra vida rumbo a la adaptación, el bienestar y la salud.
Sea el enfoque que sea (individual, de pareja, familiar, grupal o de psicología de las organizaciones), partimos de la base de que cada cual es el autor de su cuento de hadas. De ahí la importancia de tener una ideas básicas (o mapa) sobre uno mismo y el entorno antes de echarse a la carrera. ¿Cómo si no nos vamos a desenvolver?.
Superación del duelo
Aunque habitualmente el duelo se asocie a la muerte de un ser querido, se produce en general ante las situaciones en las que percibimos una pérdida, bien sea la ruptura de una relación, el cese laboral, el cambio en la salud o en las capacidades personales habituales, etc. Se trata de una experiencia dolorosa donde cada individuo tiene su legítima manera de vivirlo y, si bien se puede superar, se recomienda la atención profesional en determinados casos.
Entrenamiento en habilidades sociales. Asertividad y reestructuración cognitiva
Entiendo que es imprescindible aprender a cooperar, expresar sentimientos, opiniones y críticas constructivamente. Es sano aprender a negociar, llegar acuerdos, compartir y saber discrepar. Es en definitiva, aprender a convivir. Con uno mismo y con su entorno.
El sano entrenamiento en habilidades sociales es por tanto fundamental para expresarse y posicionarse con seguridad y tranquilidad. Consiste en aprender a compartir la verdad individual de manera pacífica y firme.
Entiendo que la asertividad, el don de la sana trasparencia es saludable aprender a aplicarlo primero, y ante todo, con uno mismo. Es decir, promover el autoconocimiento para no ir a la deriva: promover la introspección, el que uno se conozca y se ponga sus propios límites sobre lo que quiere, lo que prefiere, lo que rechaza o lo que está dispuesto a consentir para saber qué terrenos quiere ceder y cuáles no. Una vez hecho esto, se estará en disposición de poner verdaderos límites respecto a los demás: exponerse y decirse, sin desafíos ni luchas. Sencillamente posicionándose.
Problemas de relación
Como animales sociales que somos, los seres humanos creamos naturalmente vínculos, buscamos apoyo, seguridad y consejo, compartimos intereses y aficiones. Por desgracia, sin embargo no siempre resulta sencillo ni se hace de manera sana, y tales dificultades hacen que las personas a veces compitan, se aíslen o se sientan incómodas, irritadas, rotas, vacías. En una terapia no se busca mantener relaciones a cualquier precio, se busca promover que la calidad de nuestras interacciones sea buena, que no cuantiosa. Se busca que no se deteriore ni la salud ni la participación social del individuo.
Trastornos de personalidad y de la alimentación
En el caso de los trastornos de personalidad y los trastornos de la alimentación, el objetivo es aprender a no caer en patrones desadaptativos, automatismos, impulsos o hábitos muchas veces aprendidos y fuertemente arraigados. El cambio requiere esfuerzo y control para coger el mando (autogobierno) en lugar de dejarse llevar por antiguos pilotos con los que podemos habernos identificado y con los que en el fondo, no convivimos satisfactoriamente. Se trata de cambiar una costumbre por otra más saludable.
Entrenamiento de las distintas técnicas de relajación
Solemos convivir con un alto grado de tensión que hemos normalizado, es decir, como si fuera lo normal. Es importante que la persona conecte con sus raíces, con su esencial tranquilidad. Es fundamental que nuestro sistema de alerta no esté hiperactivado. Precisamente este es el objetivo del aprendizaje y entrenamiento de distintas técnicas de relajación. Se trata de convertirnos en nuestra propia medicina, sabiendo qué hacer ante la tensión, el estrés y el nerviosismo.
Intervención en la depresión
Generalmente los pacientes con depresión acuden a consulta tras largos periodos de aguante o un gran peregrinaje profesional. Es una enfermedad clínica severa con mayor prevalencia en las mujeres. Cursa con un gran vacío o intenso sentimiento de tristeza que persiste e interfiere en la vida cotidiana de la persona: cambian los hábitos alimenticios, de higiene y de sueño, cambia la percepción del dolor y del cansancio. La desmotivación se incrementa, y cuando la persona se abandona, la ansiedad, la culpa y la irritación se cronifican. Uno se quiere morir.
Tratamiento en fobias
Es un tipo de trastorno de ansiedad, generalmente aprendido en la infancia o en la adolescencia. Mis pacientes, por norma general, recurren a consulta cuando resulta especialmente incapacitante. Se describe como miedo irracional porque se siente ante estímulos con poco o ningún peligro real. Existen muchos tipos de fobias. Las que más frecuentemente trabajo en consulta son las Agarofobias (o temor a los espacios abiertos), las claustrofobias (terror en los espacios cerrados) y las fobias sociales (intensa percepción de inseguridad ante estímulos sociales cotidianos). No obstante también hay demanda de fobias específicas (miedo a estímulos concretos: viajar en avión, los perros, arañas, etc). La persona con una fobia intentará compulsivamente evitar tales estímulos o situaciones para no sentir, entre otros síntomas, taquicardia, falta de aire, temblores y pánico. Nuestro objetivo terapéutico es recuperar nuestro poder. Conquistar la libertad y tranquilidad.
Ataques de pánico
Son impredecibles. Súbitas, temporales y aisladas crisis de ansiedad que cursan con miedo y malestar intensos. Es tal el terror que en adelante la persona suele anticipar su nueva aparición, sintiendo incapacidad para estar tanto solo como expuesto públicamente. Esta percepción de constante riesgo es lo que suele traer a mis pacientes a consulta. Su terrible sensación de indefensión es altamente incapacitante. Constantemente cargando con la sensación de estar en peligro y sin posibilidades de ayuda. Sin embargo, hay salida.
Marina Alba Salvador. Psicóloga en Masquemedicos