Nuevas oportunidades tras el retiro laboral

 

Muchos de los psicólogos recomendamos asesoramiento o tratamiento psicológico al llegar al estadío de la jubilación. Existen programas formales pero cada vez son más las personas que se dirigen al psicólogo para abordar los factores psicológicos que aparecen en la jubilación. Generalmente buscan: intervención o tratamiento de algún problema o trastorno psicológico; asesoramiento; y/o desarrollo personal. En mi experiencia profesional he tenido pacientes en edad de jubilación con estas demandas.

Por todos es sabido que la jubilación representa una nueva etapa y un nuevo estatus para la persona en cuestión. Suele resultar también una experiencia de crisis existencial para la persona, ya que surge un conflicto entre la aspiración natural de la misma hacia el crecimiento y la decadencia biológica y social acaecida con el avance de los años.

El jubilado puede desorientarse o experimentar ansiedad u otros trastornos psicológicos cuando percibe que ahora él mismo, de forma autónoma, dirige sus pasos, su actividad y su tiempo, mientras que en el pasado era el trabajo el que guiaba estas cuestiones (Schoenberg, 1992).

Huet (en Jiménez, 1975) plantea que para asesorar u orientar a estas personas por parte de un profesional de la psicología, es necesario conocer su personalidad. Existen, según el autor, tres tipos de personalidad en los pre-jubilados:

  • Estáticos: amantes de la lectura, música, tv, gimnasia ligera, trabajos manuales, labores domésticas, radio.
  • Dinámicos: amantes de las actividades al aire libre, actividades móviles, clubes, grupos organizados.
  • Cinéticos: dados a los viajes y a lo que suponga novedad o cambio.

Además de su personalidad es importante a la hora de atender a un jubilado la actitud con la que se enfrenta a la jubilación: ¿le gustaba su trabajo? ¿Qué satisfacciones le ha reportado? ¿Qué significado tiene para él la jubilación? ¿Se siente ahora útil o no? ¿Cómo vive la situación de jubilación y qué creencias tiene sobre ella? ¿Qué tipo de trabajo tenía?

Por otro lado, a la hora de intervenir desde el punto de vista psicológico habría que tener en cuenta que las relaciones familiares también se ven afectadas a partir de la jubilación, concretamente la vida en pareja, con la que se pasará más tiempo a partir de ahora (sabiendo que esa  relación puede mejorar o verse deteriorada). También es posible que el jubilado se incorpore de nuevo en mayor medida a la vida familiar (si los hijos aún viven en la casa) pudiendo surgir fricciones o no.

Una clasificación de periodos en torno a la jubilación que nos ayuda especialmente a los psicólogos a la hora de intervenir con la tercera edad y con este tipo de población sería la siguiente (Atchley, op. cit: Hoffman et. al):

  • Prejubilación: es la fase en la que los trabajadores contemplan la posibilidad de jubilarse. Se puede empezar a preparar a la persona psicológicamente ante posibles problemas que puedan surgir y ofrecer técnicas para afrontarlos.
  • Luna de Miel: primera etapa de la jubilación, en general positiva y motivante.
  • Desencanto: la persona experimenta un descenso en la satisfacción de la fase anterior, con lo cual aquí podría ser adecuada la intervención de un especialista.
  • Estabilización: como norma general, la persona suele buscar una rutina similar a la que se tenía en el trabajo. Algunos jubilados no pueden encontrar actividades rutinarias satisfactorias, las cuales podrían llevar a un episodio depresivo.
  • Dependencia: en algunos casos se pasa de un estado de anciano sano e independiente a persona con limitaciones que necesita ayuda.

Por último, señalar algunos de los aspectos importantes en los que tiene cabida la intervención de un psicólogo en esta etapa de la vida, bien como terapia, asesoramiento o desarrollo personal, que son los tipos de intervención que señalábamos al principio:

  • Psicoeducación: el envejecimiento como proceso natural.
  • Facilitar la transición a la jubilación y minimizar problemas aparecidos, mejorando o interviniendo sobre su salud psicológica.
  • Mejorar las relaciones familiares.
  • Desarrollo de planes de vida.
  • Cambiar actitudes y creencias sobre su nueva condición y sobre la jubilación.
  • Etc.

**Bibliografía:

  • Skoknic, Vania. Efectos de la preparación psicológica para la jubilación. Intervención Psicosocial, 1998. Vol. 7. Nº1. Págs. 155-167.
  • Fernández-Ballesteros, R. (2008). Psicología de la vejez. Una psicogerontología aplicada. Madrid, España: Editorial Pirámide.

Rosalía Menéndez en Masquemedicos

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Categorías: Geriatría
Rosalía Menéndez:

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