Los vínculos afectivos son muy importantes para cualquier ser humano. Desde el nacimiento, el primer vínculo que creamos es con la familia. Nuestra salud mental está formada principalmente por la relación que tenemos con ellos.
Importancia del apoyo familiar
Desde la infancia, la familia nos proporciona los elementos esenciales para nuestro desarrollo psicológico y emocional, promoviendo nuestra salud mental.
Es tan importante la familia, porque ellos determinan nuestra forma de ser y la manera en la que nos relacionamos con otras personas en el futuro.
Se añaden también tres factores: protección, afecto y cuidado, para que el entorno donde crecemos sea saludable y de bienestar, fomentando la salud mental de los miembros de la familia.
Pasar tiempo en familia es muy importante, en estos momentos podemos compartir nuestras ideas y expresar nuestros sentimientos.
Familia y salud mental
En todas las familias hay momentos que ponen a prueba nuestra salud mental y la condicionan.
Puede tratarse de situaciones más leves como una discusión momentánea entre nuestros padres, o más serias, como el divorcio o la pérdida de uno de los progenitores durante la infancia o adolescencia.
Pasar por estas vivencias a temprana edad puede tener una gran influencia en nuestra estabilidad emocional. Algunas personas lo viven de forma muy intensa, y si no termina bien, puede derivar en problemas psicológicos.
Cómo el entorno familiar condiciona nuestra vida
El entorno familiar condiciona nuestra vida y nuestra salud mental. Lo ideal es crecer en un entorno familiar sano y funcional, sin importar cuál sea su estructura, y si hay lazos de sangre o no entre sus miembros.
El hecho de que una familia tenga un padre de una madre, sea monoparental o se trate de un matrimonio homosexual, no condiciona la salud mental del individuo, lo importante es cómo ejercen la paternidad con sus hijos.
Una familia funcional es aquella en la que los padres/madres saben educar correctamente a sus hijos, y les dan un entorno lleno de amor, manteniendo la disciplina, siendo responsables del cuidado de los niños y aplicando un sistema democrático de crianza.
Todo buen padre/madre debe cumplir tres funciones: protección, cuidado y afecto.
Cuando recibimos estas tres en nuestra infancia de forma adecuada, también estamos aprendiendo lo que debemos dar a nuestros hijos, y además funciona como protección a la hora de desarrollar trastornos mentales, tanto para nosotros mismos como para nuestros hijos.
Si estas necesidades no se satisfacen, es más difícil que podamos ejercer una paternidad adecuada para nuestros hijos. No podemos brindar aquello que no tenemos ni recibimos, a no ser que logremos aprenderlo de manera voluntaria y consciente en la adultez.
La terapia psicológica es clave cuando hemos crecido en un entorno disfuncional, con la ayuda de un profesional conseguiremos mejorar nuestra salud mental y aprender cómo ofrecer a nuestros hijos aquello que no hemos recibido durante nuestra infancia.
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