El paso del tiempo no perdona a ninguna zona de nuestro cuerpo. A medida que vamos envejeciendo la piel pierde calidad, elasticidad, tonicidad y fuerza, acentuando la flacidez y el descolgamiento de los tejidos.
Los brazos, pese a que son una parte del cuerpo muy olvidada, sufren en primera persona este proceso debido a que la piel y la dermis que los recubre son muy finas.
Esto se ve agravado si no se realiza ejercicio físico, si se padece de sobrepeso o si se producen oscilaciones bruscas en el peso ya que, al ser tan fina la piel que recubre la cara interna de los brazos, no se recupera bien tras aumentos y posteriores pérdidas de peso, ya sea mediante dieta o recurriendo a una cirugía bariátrica.
Además, a medida que superemos la cuarentena de edad, la grasa tiende a concentrarse y acumularse en la cara posterior de los brazos. Estos acúmulos de grasa son muy rebeldes y no suelen responder ni a la dieta, ni al ejercicio, ni a procedimientos no invasivos. Suele ser frecuente que la grasa en los brazos se mantenga estable pese a que se adelgace en otras partes del cuerpo.
El resultado suelen ser unos brazos muy poco definidos que cuentan con una piel suelta y flácida, como colgante.
¿En qué consiste la braquioplastia?
El lifting de brazos, conocido técnicamente como lifting braquial o braquioplastia, es un procedimiento quirúrgico cuyo objetivo es modificar la forma y mejorar el aspecto de los brazos, eliminando el exceso de piel y grasa. El resultado son unos brazos delgados y firmes.
En primer lugar, es importante diferenciar entre lifting de brazos y liposucción de brazos.
La liposucción solo funciona en casos muy específicos, es decir, en pacientes que quieren eliminar un exceso de grasa en el brazo pero que cuentan con una buena elasticidad, tonicidad y calidad en la piel.
Pero como hemos comentado anteriormente, esto no es lo habitual, ya que la grasa provoca que la pìel ceda debido a su peso, generando tanto flacidez como exceso cutáneo, problemas que se tratan con la braquioplastia.
El lifting de brazos suele ser muy común en pacientes de 40 a 60 años, aunque dependiendo del caso, puede realizarse tanto en pacientes más jóvenes (debido a pérdidas de peso, cirugía bariátrica…) o más mayores (siempre que cuenten con buena salud).
En primer lugar, se lleva a cabo una liposucción con el objetivo de reducir volumen.
Una vez que se ha conseguido esto, se tensa y se reseca el exceso de piel en la cara interna del brazo, proporcionándole un aspecto más delgado y firme de manera inmediata.
La incisión necesaria para llevar a cabo la retirada de la piel se localiza en la parte interna del brazo, debido a que es un área más laxa y en la que, además, se disimula mejor la cicatriz. La incisión se extenderá desde la axila hasta el codo.
Si el paciente tan solo presenta un exceso cutáneo y graso en la parte superior del brazo, bastaría con incisión axilar, aunque se trata de casos poco comunes.
La intervención se realiza bajo anestesia general, y suele durar dos horas (una hora para cada brazo). La braquioplastia suele precisar de un día de ingreso hospitalario para controlar la posible acumulación de líquidos.
Pese a lo que pueda parecer, el postoperatorio no es doloroso, aunque sí que es un poco molesto los primeros días. El dolor se tratará con analgésicos y antibióticos para prevenir infecciones. Se recomienda reposo relativo (no en cama) durante unos días.
El paciente podrá reincorporarse al trabajo tras dos semanas (el tiempo varía en función de tipo de labor a desempeñar), y será a partir de la cuarta semana cuando podrá reiniciar la actividad física de manera progresiva.
Dr. Moltó, especialista el braquioplastia
Dr. Moltó en Masquemedicos