Viernes de película con el film Tenemos que hablar de Kevin, un inicio caótico y difícil de digerir no te dejara indiferente. Eva, la madre de Kevin, trabaja como empleada de una agencia de viajes del pueblo donde reside, en el inicio de la película aparece en su casa, sola, con un aparente carácter depresivo, desconectada del mundo exterior sin que entre la luz. En las paredes pintura roja que parece simbolizar la culpa, la muerte y la violencia. Una pintura que aparecerá varias veces a lo largo de la historia. Las imágenes se suceden en retrospectiva, con una Eva que da a luz a Kevin pero que no parece desear a su hijo. Kevin desde pequeño presenta dificultades para dormir, irritabilidad, llanto, hipotonía, la adquisición del habla es tardía así como el control del esfínter.
A medida que va creciendo el menor muestra conductas de rechazo, actitudes desafiantes y parece tener un desconocimiento de las normas y las habilidades sociales. En la película aparece solo, sin amistades. Franklin, su padre, dice estar ahí para ayudarle pero se muestra como un compañero de juegos que le enseña cosas, comparte su rato de ocio al llegar del trabajo pero no muestra tampoco ninguna conexión emocional con el niño. Cuando Eva le dije al padre que su hijo tiene dificultades y que no sabe cómo se desarrollará su conducta obtiene ausencia total de preocupación. Kevin se radicaliza más cuando él tiene 8 años de edad y Eva y su pareja tienen otro hijo, una niña. Vive con agobio la idea de compartir su hogar con un hermano y por ello siempre se aleja de la niña e incluso le agrede, la molesta y le pide que haga cosas negativas.
Eva pide ayuda a los profesionales pero nadie ve nada por lo que cada vez se siente más sola y más perdida.
¿Qué le sucede a Kevin? ¿Existe una explicación desde la neurociencia?
El tiempo pasa y a sus 16 años planea el asesinato de algunos de sus compañeros de clase y de miembros de su familia. No desarrollo la respuesta para aquellos que deseen visualizar el film con mayor desconocimiento de su argumento.
Desde el enfoque psicológico se plantea la duda, ¿Existe una explicación desde la neurociencia que explique qué Kevin tiene una personalidad patológica desde la infancia? ¿Es la relación negativa con el vínculo familiar la que genera estas conductas de odio que pueden convertir al menor en un psicópata?
No debemos de buscar un enfoque reduccionista, ¿Son responsables los padres? ¿Son responsables los profesionales? ¿La Sociedad? ¿Nuestra forma de comunicar a los menores lo que es el amor, la empatía, el apoyo, la norma está siendo la correcta?
Se abre debate en este viernes de cine. Buen fin de semana