Los cambios que ha producido el COVID-19 en nuestras vidas están teniendo efectos en la salud mental de muchas personas. Tras varios meses de confinamiento, y aun en estado de alarma, ha comenzado la desescalada y poco a poco podemos empezar a salir a la calle y comenzar la llamada “nueva normalidad”. Pero esta situación puede provocar miedo y ansiedad, ante la posibilidad de contagio del virus, y también ante la inestabilidad económica e incertidumbre que ha generado esta crisis sanitaria a nivel mundial.
Miedo y ansiedad por el COVID-19
Salir de casa tras el confinamiento puede ser una tarea imposible para algunas personas. El miedo a contagiarse les paraliza. El temor a abandonar el hogar, que ha sido el refugio seguro contra el virus durante semanas.
El tener miedo a salir de la zona de confort y seguridad, se caracteriza por el temor e inquietud que presenta una persona ante un cambio inminente de entorno, en este caso de pasar del aislamiento a la vuelta a la normalidad. Esta preocupación hace que las personas presenten un alto nivel de ansiedad ante cualquier tipo de contacto.
Puede presentarse una ansiedad moderada o intensa después de tener contacto con otras personas, aunque se hayan mantenido las medidas de seguridad, limitando así el día a día de la persona.
Este miedo y ansiedad es más probable que se manifieste en las personas que hayan sufrido pérdidas, seres queridos afectados, o que hayan padecido ellos mismos el virus.
Las personas que sufren ansiedad, depresión o hipocondría, también se ven más afectadas ante esta situación de pánico generalizado y alarma social. Al introducir un elemento estresor como es el miedo al contagio del virus; que conduce a un alargamiento voluntario del confinamiento, evitando salidas, y reducción del contacto con otras personas, estos trastornos pueden a agudizarse. Incluso pueden llegar a presentarse síntomas psicosomáticos, que les lleven a pensar que se han contagiado del virus cuando no es así.
Ansiedad ante la situación laboral y económica
El efecto que tendrá la crisis causada por el COVID-19 en nuestra economía es innegablemente negativo. Muchas personas han perdido su empleo, y otras se enfrentan a la incertidumbre de poder mantenerlo en un futuro próximo.
El haber sido despedido del trabajo puede generar sentimientos de impotencia e incluso una pérdida de identidad y propósito en la persona. Esto puede convertirse en una señal de riesgo, ya que la sensación de impotencia puede convertirse en una ansiedad incapacitante.
Cuando se produce una ansiedad de este tipo, la persona afectada se siente constantemente inundada por sentimientos de pánico y desesperanza. Si estos sentimientos se mantienen durante un tiempo prolongado, será necesaria la ayuda de u profesional para conseguir superarla.
Consejos para disminuir los niveles de ansiedad
La clave es comenzar a salir y retomar las actividades de forma progresiva, tanto en el tiempo como en las distancias, respetando las medidas de seguridad, para tener la confianza de que lo estamos haciendo bien, y evitaremos así contagiarnos.
Es muy importante no aislarse, mantener el contacto con familiares y amigos. Las nuevas tecnologías nos ofrecen un amplio abanico de posibilidades para estar conectados con otras personas. Cuando sea posible mantener contacto en persona, hacerlo siempre siguiendo las pautas establecidas por las autoridades.
También es necesario expresar ese temor, entenderlo y validarlo, y elegir un camino para poder afrontarlo. Si el nivel de miedo y ansiedad es alto, lo mejor es buscar la ayuda de un profesional para reintegrarnos a la vida paso a paso.
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