Artrosis vs. artritis: diferencias y opciones de tratamiento

La artrosis y la artritis son dos condiciones que afectan las articulaciones, pero cada una tiene características únicas. En este artículo, exploraremos las diferencias entre artrosis y artritis, los síntomas distintivos y las opciones de tratamiento disponibles para mejorar la calidad de vida de quienes las padecen.

Comprendiendo la artrosis y la artritis

La Artrosis y la Artritis son afecciones relacionadas con la alteración del sistema inmunitario y el desgaste del aparato locomotor, es decir, de los huesos, músculos, articulaciones, tendones y ligamentos. Estas enfermedades afectan a una o más articulaciones y prevalecen más en mujeres. Sus síntomas pueden ser el dolor, rigidez e hinchazón de algunas articulaciones.

La Artritis es una enfermedad crónica en la que se inflaman las articulaciones, produce dolor, deformidad y dificulta el movimiento. Es una enfermedad frecuente en mujeres, se trata de una inflamación crónica de la membrana sinovial, un tejido que recubre el interior de las articulaciones y reduce la fricción entre el cartílago y las estructuras del interior de la articulación, que acaba dañando muy rápidamente el cartílago, el hueso, los ligamentos y los tendones.

Mientras que la Artrosis es una enfermedad degenerativa caracterizada por la lenta destrucción del cartílago hialino que recubre las superficies óseas. Este cartílago hace de amortiguador protegiendo los extremos de los huesos y favoreciendo el movimiento de las articulaciones. Al desaparecer, produce que los extremos de ambos huesos rocen directamente, produciendo el dolor.

Síntomas y causas 

Las causas de la artritis tienen que ver tanto con los factores genéticos como ambientales. Se desarrolla en edades de 40 a 60 años, aunque se asocia a personas más mayores, es más frecuente en el sexo femenino, el 60% de los casos se debe a factores genéticos y tener familiares afectados eleva el riesgo de desarrollarla. Algunos virus y bacterias pueden favorecer la aparición, la disminución del nivel de estrógenos como durante el postparto o la menopausia reduce el efecto protector y la exposición a contaminantes favorece su desarrollo en personas susceptibles. 

Sus síntomas suelen comenzar a manifestarse en los pies, tobillos, rodillas, manos y muñecas. Una persona con esta enfermedad puede padecer:

  • Inflamación y dolor de las articulaciones. Se da de forma simétrica, ocurriendo a la vez en las articulaciones de derecha e izquierda, y empieza con los síntomas de dolor y rigidez leves que van aumentando poco a poco.
  • Rigidez y dificultad de movimiento. Intensificándose a primera hora de la mañana, cuando se sienten las articulaciones más sensibles, rígidas y calientes de lo habitual.
  • Enrojecimiento, dolor e hinchazón.

Por otro lado, las causas de la artrosis son desconocidas, aunque podemos relacionar una serie de factores de manera directa con el desgaste progresivo del cartílago:

  • Edad. A medida que se envejece aumenta el desgaste por el uso de las articulaciones.
  • Obesidad. A mayor peso, mayor sobrecarga y mayor desgaste.
  • Lesión o uso excesivo. Las personas o atletas con trabajos que requieren movimientos repetitivos tienen mayor riesgo de desarrollar artrosis.
  • Genética. Las alteraciones hereditarias afectan la forma o la estabilidad de las articulaciones y pueden llevar al desarrollo de la artrosis.
  • Actividad física. Los ejercicios de fortalecimiento de los músculos del muslo son importantes para reducir el riesgo.
  • Otras enfermedades. Cualquier enfermedad de las articulaciones puede dañar el cartílago y producir una artrosis en la articulación de manera temprana.

En cuanto a los síntomas de la artrosis, a parte del dolor y la inflamación como ocurre en la artritis, podemos encontrar:

  • Deformidad. Puede aparecer deformidad y alteración de las articulaciones.
  • Cúmulo de líquido sinovial, frecuente en la rodilla.
  • Atrofia de los músculos contiguos. Contribuye a la inestabilidad de la articulación y se pueden presentar diferentes grados con una limitación de la movilidad y una pérdida progresiva de la función de la articulación.

Diagnóstico y evaluación de la artritis y la artrosis

Para detectar la artritis y la artrosis, en la consulta médica se realizan una serie de pruebas. Durante el diagnostico de la artritis se realiza un examen físico completo de todo el cuerpo y es posible que el médico ordene realizar alguno de los siguientes exámenes:

  • Radiografía. Estas son útiles para evaluar la cantidad de cartílago que hay en los extremos de los huesos, las deformaciones y condiciones subyacentes que pueden causar la artritis o cambios en los huesos que pueden haberse dañado a causa de la artritis.
  • Tomografía computarizada del cuerpo (TAC). Se utiliza para examinar las articulaciones de lugares profundos dentro del cuerpo y que son complicadas para evaluar con una radiografía, sobre todo en la columna y la pelvis.
  • Resonancia magnética nuclear musculoesquelética (RMN). Descubre anormalidades en el tejido blando, normalmente visibles a los rayos X, determina si el tratamiento ha resultado efectivo y detecta complicaciones.
  • Ultrasonido musculoesquelético. Proporciona imágenes detalladas de las articulaciones y los tejidos blandos cercanos a la superficie de la piel.

Por otro lado, el diagnóstico de la artrosis requiere:

  • La combinación de los datos de la historia clínica del paciente y los descubrimientos en la exploración física y en los estudios de imagen. La exploración física pone de manifiesto la sensibilidad dolorosa al tacto y el aumento de tamaño de las articulaciones, además del dolor con los movimientos.
  • Datos de laboratorio. Aunque la artrosis no produce alteraciones en los análisis de sangre, pueden ser de utilidad para excluir otros procesos reumáticos.
  • Radiografía. Con ella se detectan signos radiológicos como el crecimiento del hueso que sobresale de la articulación o la disminución del espacio articular y el aumento de densidad del hueso contiguo.

Opciones de tratamiento para la artrosis

Podemos recurrir a las siguientes estrategias terapéuticas para conseguir controlar mejor el dolor y mejorar la funcionalidad de la artrosis.

  • Educación sanitaria y fisioterapia. Es necesario evitar todo lo que contribuye a lesionar las articulaciones, como es el sobrepeso o los movimientos repetitivos, tener una correcta higiene postural y realizar ejercicio físico.
  • Tratamiento farmacológico que ayude a controlar el dolor y mejorar la funcionalidad, como son los analgésicos, los antiinflamatorios, los condroprotectores, la terapia interarticular o infiltraciones.
  • Tratamiento quirúrgico. Si se está en las fases iniciales o en algún caso seleccionado, se puede frenar el curso de la enfermedad con cirugías que corrigen la orientación de la articulación. Pero si por el contrario se tiene una artrosis avanzada, la cirugía más efectiva consiste en implantar una prótesis en la articulación dañada.

Opciones de tratamiento para la artritis

Las estrategias terapéuticas en la artritis dependen del tipo, severidad y ubicación del trastorno, las más utilizadas son:

  • Tratamiento farmacológico para reducir la inflamación y el dolor.
  • Terapia. La fisioterapia y el ejercicio pueden mejorar el rango de movimiento y flexibilidad. Otras opciones son terapia con masajes, terapia con agua o con aparatos ortopédicos.
  • La cirugía de reemplazo de la articulación o la cirugía de fusión articular.

Sección 6: Enfoques Holísticos y Estilo de Vida

Además, existen una serie de enfoques complementarios que pueden beneficiar a personas que padecen de artritis y artrosis mediante la incorporación de prácticas de bienestar. 

Ejercicio

El ejercicio físico previene de la atrofia muscular, mejora la función física y reduce el dolor. Si se realiza ejercicio de forma regular, continuada y adaptándolo a las distintas fases de la enfermedad, podemos prevenir un mayor daño articular. Con un buen asesoramiento y supervisión, practicar ejercicio de manera habitual ayuda a reducir el dolor y la fatiga y mejora la calidad de sueño y la calidad de vida de los pacientes que padecen estas enfermedades.

Sueño

Debe evaluarse de forma rutinaria en las evaluaciones clínicas la calidad del sueño, ya que la falta de sueño puede provocar aumento del dolor y de fatiga y puede llevar a la aparición de depresión y ansiedad. La fisioterapia, la meditación, los masajes, etc. pueden ayudar a manejar las alteraciones del sueño y aumentar el bienestar de los pacientes.

Nutrición

La alimentación es un factor clave para los pacientes con artritis o artrosis. Hoy en día, la dieta mediterránea es la recomendación dietética más estudiada. Se aconseja un mayor consumo de frutas, verduras y agua, cambios a alimentos y bebidas bajos en calorías y reducir los alimentos y bebidas no saludables y el tamaño de las porciones.

Es muy importante saber diferenciar estas dos enfermedades, mientras que la artritis es una enfermedad crónica, la artrosis se trata de una enfermedad degenerativa que puede tener cura. Por ello es importante buscar la atención médica adecuada para un diagnóstico preciso e informarse de opciones de tratamiento personalizadas.

Enrique Gargallo – Traumatólogo en Valencia

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Categorías: Traumatología
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