El trabajo puede desencadenar estrés por diversas razones, que van desde un ambiente laboral desfavorable hasta insatisfacción con el rol o las responsabilidades que nos toca asumir, incluso llegando al desagrado por las tareas. Para mitigar el estrés y la ansiedad en el trabajo, es recomendable reenfocar la perspectiva emocional y ser consciente de los pensamientos, redirigiéndolos.
Abordar este problema implica transformar la visión y el discurso interno, asumiendo la autorresponsabilidad y cultivando el autoaprecio. En lugar de “no puedo” o “no seré capaz”, se debe adoptar la actitud de afrontar los desafíos. No se trata de ser optimista en exceso, sino de afrontar la realidad de manera lógica y ser consciente de las emociones, enriqueciendo la conexión con el entorno.
Este cambio hacia una percepción más realista y positiva demanda un trabajo mental profundo y continuo. Comienza con la autoobservación y la identificación de patrones de pensamiento en diferentes estados emocionales. Posteriormente, se debe indagar en las interpretaciones detrás de esas emociones para gestionarlas de manera efectiva y avanzar con ellas.
Diferentes perfiles ante el estrés laboral
La perspectiva que uno tiene de la realidad está arraigada en sus creencias y en cómo ha aprendido a encarar las diversas experiencias. En este contexto, destacamos tres perfiles en la respuesta al estrés laboral: el hipersensible, el realista y el tóxico.
- El hipersensible: individuos sensibles o hipersensibles pueden experimentar reacciones afectivas repentinas e intensas. Para evitar que estas emociones gobiernen su día a día, deben aprender a reconocerlas, ya que suelen desencadenar impulsos. La experta indica que, una vez comprendido este proceso, el siguiente paso es canalizar estas emociones para transformarlas en algo útil para sus metas.
- El realista: el enfoque realista tiende a ser más objetivo en la interpretación de situaciones, busca la utilidad y administrar mejor sus estados emocionales. Este enfoque es adecuado para las relaciones sociales, familiares y profesionales.
- El tóxico: cuando el bienestar depende de la aprobación de otros, y entre ellos hay algún elemento tóxico, la asertividad es clave. Es importante comunicar al colega que se puede no estar de acuerdo con su perspectiva, pero se respeta. Evitar discusiones y solicitar que se abstenga de imponer su visión resulta lo más efectivo.
Señales de alerta para recurrir a un profesional del coaching o la psicología en caso de estrés laboral
- Cambios en el patrón de sueño, como dificultades para conciliar el sueño o múltiples interrupciones nocturnas.
- Manifestaciones físicas, como pérdida o aumento de peso, así como la exacerbación de síntomas físicos vinculados al estrés, como presión en el pecho, tensión muscular (a veces desencadenando dolores de cabeza), palpitaciones e incluso sensación de falta de aire.
- Dificultad para desconectar del trabajo y la tendencia a discutir sobre asuntos laborales de manera constante en el ámbito personal.
- También buscan orientación personas que no experimentan desequilibrios emocionales evidentes, pero desean perfeccionar sus estrategias de afrontamiento, además de fomentar su bienestar y consolidar sus logros.
Fases de la ayuda profesional
Dentro de la consulta podemos identificar tres fases de tratamiento del problema:
- Evaluación: en la consulta inicial, el primer paso implica evaluar los factores laborales generadores de estrés y examinar cómo pueden estar influyendo en otras áreas de la vida. Esto incluye el análisis de las estrategias actuales de abordaje para identificar aquellas que pueden estar contribuyendo al nivel de estrés.
- Educación psicoafectiva: se brinda una explicación a la persona sobre cómo se mantiene su situación problemática, con el objetivo de fomentar la conciencia en relación a los aspectos cognitivos y emocionales que puedan estar conformando su situación.
- Establecimiento de objetivos: se definen metas específicas y se inicia el trabajo con herramientas apropiadas y adaptadas a la singularidad de cada individuo. Estas herramientas pueden abarcar desde la gestión de responsabilidades hasta la afirmación de derechos laborales (establecer límites, expresar negativas o delegar, entre otros), así como la delimitación del trabajo fuera del horario laboral, la mejora de la autoestima, el desarrollo de habilidades sociales, la exploración de creencias limitantes y la comprensión de emociones para validarlas y construir respuestas adaptativas en lugar de impulsivas.
No se trata de conformarse con la realidad, sino de tomar control de la propia responsabilidad. Puede ser útil buscar el lado positivo de la situación, centrándose en aspectos satisfactorios y motivadores, tanto intrínsecos, como el cumplimiento personal de funciones, como extrínsecos, como el aspecto financiero que habilita la consecución de otros objetivos significativos.
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