La celulitis es un problema común, especialmente en las mujeres, que consiste en la acumulación de tejido adiposo en algunas zonas del cuerpo, formando nódulos de grasa que producen alteraciones en la superficie de la piel, haciendo que este se muestra irregular con bultos y hoyos. Se forma principalmente en los muslos, el abdomen, las caderas y los glúteos, pero también puede presentarse en los brazos, e incluso en la espalda.
Puede aparecer de manera generalizada en mujeres que sufren de sobrepeso y que no cuidan su alimentación, manifestándose por primera vez cuando la niña se desarrolla, y continuando de forma ininterrumpida durante toda su vida.
También puede presentarse de forma localizada en determinadas zonas del cuerpo, siendo las más frecuentes los muslos, el abdomen, los glúteos y los brazos.
Para poder dar tratamiento a la celulitis y lograr eliminarla, es importante determinar de qué tipo de celulitis se trata en función de las características que muestre, tales como su localización y tacto. A continuación explicamos los diferentes tipos de celulitis para que puedas identificar la tuya.
Celulitis blanda
Tal como su nombre lo indica, este tipo de celulitis es blanda al tacto, y se caracteriza por formar la conocida “piel de naranja”. Es el tipo de celulitis más frecuente y conlleva mayores problemas estéticos, afectando también la autoestima.
La celulitis blanda se nota más con el movimiento que la celulitis dura, además el tejido pierde consistencia, por lo que al tocarlo de hunde. La falta de tono muscular hace más grave de este tipo de celulitis.
No produce dolor, pero sí sensación de pesadez en la zona afectada. Además puede aparecer acompañada de problemas vasculares como varices o arañas.
Mantener una vida sedentaria, subir de peso, y la propia edad, son factores que agravan este tipo de celulitis.
La celulitis blanda aparece en pacientes con edades comprendidas entre los 20 y los 30 años.
Se forma generalmente en la cara anterior de los muslos el abdomen los glúteos y los brazos.
Celulitis dura o compacta
El tacto de este tipo de celulitis es más duro y difícil de pellizcar, tiene un aspecto rugoso y se pueden observar hoyuelos en la piel. Suele aparecer en mujeres jóvenes, deportistas y bailarinas.
No se observa “piel de naranja”, como ocurre en la celulitis blanda, sino que la piel se ve tersa y firme. No es una celulitis visible a simple vista, se aprecia cuando se aprieta la piel.
La celulitis dura o compacta puede producir dolor en algunos casos.
Aparece mayormente en adolescentes, localizada en la cara externa de los muslos (cartucheras), y en la cara interna de las rodillas.
Celulitis edematosa
Es menos frecuente que la celulitis blanda y la celulitis dura, y suele estar acompañada de sobrepeso. Este tipo de celulitis aparece a causa de un problema de circulación y puede agravarse cuando se sufre retención de líquidos.
La celulitis edematosa se vincula al mal funcionamiento del sistema circulatorio y linfático. El sedentarismo y una alimentación rica en carbohidratos y sodio, son factores que aumentan el riesgo de padecerla.
Presenta un tacto acolchado, las piernas se notan muy hinchadas, pudiendo adquirir un aspecto de columna. Además puede ir acompañada de calambres, edemas y dolor.
Aparece generalmente entre los 20 y los 30 años, apreciándose en los muslos y las rodillas, pero la zona más afectada es la parte inferior de las piernas.
Una vez se haya identificado el tipo de celulitis, se podrá aplicar el tratamiento adecuado para dar solución a este problema. Actualmente uno de los tratamientos más avanzados es la técnica TSGS o Cellfina.
Cellfina es un tratamiento mínimamente invasivo, que ha demostrado ser sumamente eficaz en la mejora de la apariencia de la piel con celulitis a largo plazo. Está orientado a pacientes entre 25 y 55 años, con poca flacidez y un IMC por debajo de 35, es decir, que esta técnica no se aplica en pacientes con sobrepeso. En estos casos existen otros tratamientos y programas recomendados. Después de una sola sesión los resultados son visibles, llegando a prolongar su efecto, como mínimo, durante tres años.
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