¿Cómo ser guapa/o?
La cirugía plástica podría definirse como la parte de la medicina que se encarga de reparar o reconstruir la piel, el tejido blando o cualquier parte del cuerpo dañada o que presenta malformaciones. Su objetivo fundamental es restablecer la normalidad funcional y anatómica.
Pero no hay que olvidar que la cirugía plástica está íntimamente ligada al concepto de belleza, de lo bello. El arte de la profesión reside en realizar las intervenciones con destreza para que las operaciones resulten un verdadero éxito. La cirugía en ese sentido es ciencia y arte, es un campo muy creativo dentro de la medicina.
El canon de belleza varía con el paso del tiempo, es diferente en cada pueblo, sociedad, religión e incluso en cada individuo. Lo que es bello para una persona puede no serlo para otra. El ideal estético que se persigue en determinada época puede diferir completamente con el que se busca en otra. Siempre se ha dicho que la belleza varía en función de los ojos del que mira, pero: ¿Todo el mundo puede ser guapo? ¿Cuál es el criterio para definir qué es bello y que no? ¿Es alguien realmente bello? y, ¿por qué nos importa tanto nuestro aspecto?
La industria cosmética, los medios de comunicación y las grandes firmas de moda crean modelos de belleza a imitar, estereotipos y patrones estéticos que en muchas ocasiones rozan lo enfermizo. Las mujeres están mucho más expuestas a este bombardeo mediático que los hombres. El culto al cuerpo se ha convertido en un auténtico deber del que es muy difícil escapar. Muchas personas viven por y para su apariencia. En este mundo de las apariencias y los estereotipos a las personas guapas, delgadas y en forma se las considera triunfadoras, mientras que a las personas que cuentan con físicos alejados de los estándares se las ve como gente infeliz y perezosa.
En muchas ocasiones perdemos el norte y nos olvidamos de que la belleza es multifacética y compleja, no puede reducirse exclusivamente a términos físicos, a lo que se ve a simple vista. La búsqueda obsesiva de cuerpos y físicos imposibles puede desencadenar en trastornos alimenticios, depresión, frustraciones, ansiedad y estrés… No tiene ningún sentido poner en riesgo la salud física por seguir un canon de belleza. Los parámetros de la belleza deben ampliarse para que la mayoría de las personas, y no solo un grupo reducido, se sientan bien con su apariencia.
Los cirujanos plásticos solemos tratar con pacientes que piensan que consiguiendo una apariencia física renovada, más cercana a los cánones, van a solventar problemas psicológicos mucho más profundos, que van más allá de lo que se puede conseguir con un bisturí. Un aumento de pecho, una liposucción, una abdominoplastia… pueden ayudar a que el paciente mejore su autoestima, pero para sentirse guapa o guapo, para sentirse bello, es fundamental comenzar con un bienestar interior; es en ese punto cuando una persona está totalmente preparada para someterse a una intervención. El cirujano plástico, en muchos de los casos, tiene que hacer las veces de psicólogo, para saber guiar al paciente hacia la mejor opción médica. Las intervenciones siempre deben estar justificadas, no debe caerse en lo frívolo, en intervenciones innecesarias y exageradas. No se puede mercadear con nuestra profesión pensando exclusivamente en fines económicos.
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