Al principio de una relación, reina la euforia y el éxtasis y es poco probable que haya problemas, pero tras esta fase empieza una verdadera carrera de fondo, una lucha constante por mantener la llama del amor. Y esto sólo se consigue a fuerza de voluntad.
Nos callamos ante determinados temas, pues sabemos irritan a nuestra pareja y preferimos tener la fiesta en paz. Aunque se supone que nuestra pareja es quién mejor nos comprende, cada vez tenemos más miedo a decir determinadas cosas. Buscamos excusas para no abordar determinados temas, nunca es el lugar ni el momento adecuado para tratar asuntos delicados.
Otras veces tememos que nuestras deseos sean juzgados o nuestras palabras malinterpretadas y ese temor hace que nos callemos algo que nos ocasiona malestar.
Cada vez que la palabra se queda encerrada en la boca, matamos un poco nuestra relación. La comunicación es el vehículo para mostrar nuestros deseos y emociones. Mediante la palabra el “otro” puede comprender la profundidad de lo que sentimos, tememos o anhelamos.
La vida en pareja es una dura lucha, que sólo se puede ganar si a base de una inquebrantable voluntad, no renunciamos a la comunicación. La palabra y el diálogo son la mejor herramienta para luchar por la estabilidad de la pareja.
Habrá ocasiones, en la que los esfuerzos que debe hacer una pareja, para mantener el flujo de su comunicación, excedan a su capacidad. Quizás, en esos momentos, sea necesario recurrir a un profesional para que ayude a la pareja a restaurar los cauces normales de comunicación.
Diálogo de besugos
Hay personas, que utilizan como excusa para justificar una mala relación, la incapacidad de comunicarse con su pareja. Muchas veces, estas mismas personas, que alardean de que “con su pareja no pueden hablar”, son los mismos que se han especializado en hablar solos. Han conseguido la excelencia en el arte de hablar pero no escuchar. Son maestros en el diálogo de besugos.
El diálogo es un intercambio de ideas y de palabras. Es condición indispensable para que el intercambio sea fructífero, que las dos partes se sientan satisfechas en ese “toma y daca”. Del diálogo surgen acuerdos y decisiones. Estos deben satisfacer a los dos por igual. Algunos estudios han puesto de manifiesto que la comunicación es mejor cuando los dos miembros de la pareja tienen la misma capacidad de tomar decisiones. Por el contrario, cuando en un matrimonio, uno de los dos tiene la capacidad absoluta de decidir, la comunicación se ve seriamente perjudicada.
Todo esto viene a confirmar, que el diálogo, el intercambio de pareceres y la comunicación sólo pueden ser duraderos si los dos miembros de la pareja están en una situación de igualdad en cuanto a sus obligaciones y derechos.
Gerardo Castaño Recuero, Psicólogo en Masquemedicos
Este post pertenece a la serie “¿Qué fue de nuestro amor?”
Parte 1: ¿Qué fue de nuestro amor?. Prólogo
Parte 2: ¿Qué fue de nuestro amor?. El aburrimiento
Parte 3: ¿Qué fue de nuestro amor? Señales de alarma
Parte 4: ¿Qué fue de nuestro amor? El triunfo de lo rutinario
Parte 5: ¿Qué fue de nuestro amor? La pérdida de la individualidad
Parte 6: ¿Qué fue de nuestro amor? El valor de la comunicación
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