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Los familiares de las personas con trastornos mentales: los grandes olvidados

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El Día Mundial de la Salud Mental nos invita a reflexionar sobre diversos aspectos relacionados con las enfermedades mentales, no solo desde la perspectiva de quienes las padecen, sino también desde la óptica de quienes conviven con estos pacientes. Un grupo que muchas veces queda en las sombras es el de los familiares de los enfermos mentales, quienes, pese a no ser los pacientes directos, viven la enfermedad muy de cerca y sufren sus consecuencias de forma constante. Este artículo busca visibilizar las dificultades que enfrentan y la importancia de brindarles el apoyo que necesitan.

Los familiares, invisibles ante el sufrimiento

Cada vez es más común que familiares de personas con trastornos mentales acudan a consulta no solo para solicitar consejo sobre el manejo de la enfermedad de su ser querido, sino para pedir ayuda para ellos mismos. Hijos, parejas y padres son quienes con mayor frecuencia solicitan orientación psicológica o psiquiátrica. Y es que la convivencia con una persona que sufre de un trastorno mental puede generar un nivel de estrés, angustia y agotamiento emocional difícil de gestionar sin apoyo profesional.

A menudo, se asume que es el enfermo quien necesita tratamiento y soporte, lo cual es cierto, pero olvidamos que los familiares que comparten el día a día con él también viven una situación emocional muy compleja. Si bien el enfermo mental es el único que recibe un diagnóstico, el familiar que lo acompaña experimenta el impacto de la enfermedad casi de igual forma, ya que debe adaptarse a una convivencia afectada por los síntomas, que pueden variar desde episodios de agresividad, retraimiento, hasta comportamientos que desafían la comprensión.

El estrés y la ansiedad de los cuidadores

Uno de los problemas que más afecta a los familiares es la angustia que genera el no saber cómo actuar ante las crisis o comportamientos impredecibles de su ser querido. Las emociones van desde la impotencia hasta el miedo, pasando por la culpa. Es común que se sientan perdidos o desbordados, con la sensación de que no están haciendo lo suficiente o de que están fallando en el cuidado. Este estado emocional puede llevar a niveles altos de estrés y, en muchos casos, derivar en trastornos de ansiedad o depresión.

A este cuadro emocional se le suma el aislamiento social. Muchos familiares de personas con enfermedades mentales tienden a retirarse de sus círculos sociales debido a la incomprensión que perciben de los demás. La enfermedad mental sigue siendo un tema rodeado de estigma, lo que provoca que la familia se sienta juzgada o estigmatizada, y prefiera evitar compartir su situación con otros.

El rol de las enfermedades mentales en la dinámica familiar

Algunas enfermedades mentales, como los trastornos de personalidad o ciertos cuadros de psicosis, pueden presentar comportamientos que afectan profundamente a las relaciones familiares. En ocasiones, los enfermos desarrollan conductas manipuladoras o egoístas que hacen que los familiares cercanos se sientan atrapados en una espiral emocional de la que no saben cómo salir. Este tipo de dinámicas pueden ser especialmente dolorosas, ya que en ciertos casos, el enfermo no es consciente del daño que está causando, mientras que en otros, actúa deliberadamente debido a los síntomas de su enfermedad.

En estos casos, los profesionales de la salud mental suelen recomendar a los familiares “no seguirles la corriente”, es decir, aprender a manejar sus emociones de manera independiente, sin dejarse llevar por las manipulaciones o cambios bruscos de comportamiento. Sin embargo, este consejo es difícil de implementar sin el acompañamiento adecuado, ya que implica un delicado equilibrio entre el cuidado del enfermo y la preservación del bienestar emocional del cuidador.

La necesidad de terapias específicas para los familiares

A pesar de que cada vez más se reconoce la importancia de apoyar a los familiares, son pocas las terapias específicas dirigidas a ellos. Los familiares necesitan herramientas para entender la enfermedad desde un punto de vista práctico y emocional, estrategias para manejar situaciones de crisis y, sobre todo, un espacio en el que puedan expresar sus propias emociones sin miedo a ser juzgados o culpados.

Este tipo de acompañamiento es esencial no solo para el bienestar de los familiares, sino también para mejorar la convivencia con la persona enferma. Un cuidador que se siente apoyado y que cuenta con los recursos emocionales necesarios estará en una mejor posición para ayudar de manera efectiva a su ser querido.

Cuidando a quienes cuidan

El Día Mundial de la Salud Mental es una oportunidad para reflexionar sobre todos los actores que se ven implicados en el cuidado de las personas con enfermedades mentales. Los familiares son, sin duda, parte fundamental de esta ecuación y, lamentablemente, muchas veces se les deja de lado. Es hora de que los sistemas de salud y la sociedad en general reconozcan el papel crucial que juegan y les ofrezcan el apoyo que necesitan.

Pilar Peleato Estaun, Médico Psiquiatra Psicoanalista

Pilar Peleato Estaun, en Masquemedicos

Pilar Peleato Estaun

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