Psicología

Diferencias en la psicología para niños, adolescentes y adultos

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Solicitar ayuda psicológica puede resultar beneficioso a cualquier edad, sin embargo, el proceso terapéutico será distinto en función del momento evolutivo de la persona que inicia la terapia. Esto se debe a las disimilitudes biológicas y cognitivas entre los niños, los adolescentes y los adultos. Asimismo, otro factor que influye es el diferente rol desempeñado en la familia y en la sociedad.

Actualmente existen estudios de neurociencia cognitiva que afirman que el cerebro sigue madurando hasta los 30, e incluso los 40 años de edad. Estos hallazgos son alentadores ya que en el pasado se pensaba que el cerebro alcanzaba su máximo nivel de desarrollo no mucho después de la pubertad.

En esta misma línea, se considera fundamental que tanto el diagnóstico como el tratamiento llevado a cabo por el psicólogo sea determinado por la etapa de la vida en la que se halle cada paciente, y su grado de maduración.

Evaluaciones psicológicas en función de la edad del paciente: niños, adolescentes y adultos

A la hora de evaluar un paciente, acorde con las investigaciones mencionadas, los tests evaluativos se establecerán en función de la etapa de la vida en la que se halle cada paciente. También se tendrá en cuenta la manera de relacionarse el paciente con el terapeuta y el tipo de tratamiento.

Pacientes infantiles de psicología

En la infancia, para poder llevar a cabo la psicoterapia, la comunicación entre el profesional y el infante será, sobre todo, a través de la simbología. Los diferentes juegos, dibujos y actividades cobrarán especial importancia y resultarán ser la principal vía de conexión. En estos casos, aunque el paciente sea el niño, será necesario la participación de la familia.

Gran parte del trabajo se lleva a cabo con los cuidadores principales. De este modo, resultará más fácil la comprensión de las dinámicas relacionales que están teniendo lugar. Por otro lado,  a través de la colaboración de sus familiares, se interiorizará mejor el aprendizaje adquirido con la psicoterapia.

Durante este periodo, se establecen subniveles por rango de edad:

Niños de 0 a 3 años en el psicólogo

En niños tan pequeños, la evaluación se fundamenta en la toma de datos en base a las palabras que emite el niño, en cómo expresa las emociones, en cuándo se producen las rabietas, en cómo se relaciona con sus padres y con el terapeuta, etc.

Cabe señalar que los padres tienen un papel muy relevante debido a que parte de la terapia se realiza con ellos. Por un lado, en entrevistas individuales en las que se atiende a sus preocupaciones, angustias e información relevante sobre la dinámica del niño. Por otro, observando cómo interactúan a nivel familiar en sesiones conjuntas.

Niños de 3 a 7 años

En este rango de edad, el niño puede ser evaluado utilizando diferentes técnicas y pruebas diagnósticas y es posible que consiga expresar algunas emociones a través del lenguaje. Al igual que en la etapa anterior, la observación del terapeuta de las distintas dinámicas acaecidas y la participación de la familia será primordial.

Para valorar la psicomotricidad del infante, se tendrán en cuenta los objetivos logrados y los que deberían de haberse alcanzado teniendo en cuenta la fase del desarrollo evolutivo en la que se encuentre.

En este rango de edad, es muy frecuente que el niño se exprese a través del dibujo y de juegos.

Niños a partir de 7 años

Alcanzada esta etapa, el aprendizaje del lenguaje escrito ya ha concluido, por este motivo los pacientes de esta edad son capaces de realizar diferentes test psicológicos. No obstante, seguirá siendo de especial relevancia que el profesional analice las distintas dinámicas que tienen lugar en su relación con el niño y que intervenga con sus familiares.

Pacientes adolescentes (a partir de 11 años) de psicología

A partir de esta edad concluye el período de la niñez y da comienzo la adolescencia. Si bien a los adolescentes no se les puede calificar aún como individuos maduros, y mantienen todavía algunas dificultades propias de la niñez, generalmente se dan por superados los problemas de comprensión y reflexividad.

En esta etapa de la vida se pueden realizar múltiples pruebas evaluativas, siempre adaptadas a la edad del paciente. En la comunicación de los resultados tanto el propio adolescente como sus padres deben estar presentes. Aceptar el diagnóstico es algo que incumbe a ambas partes, así como asumir las tareas respectivas al logro de una solución.

Juventud y Adultez (a partir de los 20 años)

En el caso de los adultos cobra gran relevancia la entrevista personal. El progreso terapéutico se comunica únicamente al paciente.

Las pruebas se complementan con otras técnicas de evaluación como la observación, la biografía del paciente o la dinámica relacional establecida con el terapeuta.

Dependencia de los padres en niños y adolescentes

Lo habitual es que los niños no acudan al psicólogo por sí mismos, sino que son los padres, y en ocasiones los docentes, los que toman la decisión. No obstante, cabe destacar que en torno a un 5% de los niños acude al profesional de la salud mental por una decisión propia.

El hecho de que sean los padres los que toman la decisión es sumamente importante, porque la percepción de la situación que tengan los adultos que rodean al pequeño influye en el tipo de problema dado. En estos casos, son ellos los demandantes de la ayuda profesional. Así, el motivo de la consulta suele estar condicionado por las valoraciones de los adultos y las expectativas que estos tengan sobre su hijo. Es por ello fundamental que formen parte activa en la terapia.

En la adolescencia la situación puede variar, dado que los adolescentes en algunos aspectos siguen dependiendo de sus padres, pero en otros ya son más independientes. No obstante, aún forman parte del núcleo familiar y la influencia de los padres sigue siendo notoria. Es este caso también es imprescindible la implicación de los principales cuidadores.

Por tanto, en los niños y adolescentes existe una dependencia de los progenitores en el trabajo psicológico. Además, a nivel jurídico, en el caso de los menores de edad, es necesario que ambos progenitores firmen el consentimiento informado antes de iniciar la terapia.

En el caso de los adultos, el ejercicio terapéutico, generalmente, suele ser individual. Aunque existen también otras modalidades en las que son varias personas adultas las solicitantes de ayuda profesional, como por ejemplo en la terapia de pareja o en la terapia familiar.

En conclusión, el desarrollo biológico y cognitivo de los niños, de los adolescentes y de los adultos es distinto en cada etapa del desarrollo. Por eso es importante señalar que el proceso evolutivo en el que se encuentre el paciente determinará la modalidad de intervención adecuada en cada caso.

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