Medicina Familiar y Comunitaria

Imhotep, el fundador de la medicina egipcia

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La historia del ser humano va unida de forma inseparable a las enfermedades y a la muerte. La vida y la muerte son las dos caras de la misma moneda. Ante esta inevitable realidad, la humanidad ha buscado, desde tiempos inmemoriales la forma de luchar contra la enfermedad. Mediante sacrificios a los dioses, rituales mágicos, hechiceros, curanderos, sanadores o médicos, el hombre ha tratado de luchar contra las enfermedades con todos sus medios y todas sus fuerzas.

Todos hemos oído hablar de Hipócrates, el famoso médico griego, considerado como el padre de la medicina, que nació en el siglo V a.C. Así mismo, es muy conocido, Galeno, otro afamado médico, que sentó las bases de la medicina griega, en el siglo II después de Cristo. Sin embargo, poco conocemos de los médicos anteriores a esas épocas.

Si tratamos de encontrar el nombre de algún médico del Antiguo Egipto, seguramente, el nombre de Sinuhé, el Egipcio, se vendrá a nuestra imaginación. Esté conocido personaje de ficción, dio nombre a la famosa novela de Mika Waltari en 1945. En ella se narra la vida del médico real del faraón Akenaton, padre del no menos famoso Tutankamon. Sinuhé acaba desterrado y pierde toda su fortuna, tras enamorarse perdidamente de los verdes ojos de la cortesana Nefer Nefer Nefer.

Aproximadamente, unos 1.300 años antes, vivió un personaje real, que puede considerarse como el fundador de la medicina del antiguo Egipto. Se llamaba Imhotep y fue un hombre de unas cualidades tan excepcionales, que bien pudiera ser llamado el “Leonardo da Vinci del antiguo Egipto”.

Un hombre inteligente de humilde origen

Imhotep, un hombre de familia humilde, destacó en ciencias tan diversas como la Medicina, la Arquitectura, las Matemáticas, la Astronomía o la Ingeniería. Nació en el año 2690 antes de Cristo, durante el mandato del 2º Faraón de la III Dinastía, Necherjet o Dyeser (“El Sublime”).

El padre de Imhotep, llamado Kanefer, fue arquitecto e inculcó en su hijo la pasión por las ciencias y el saber. Gracias a sus conocimientos, Imhotep llegó a alcanzar un puesto importante en la corte. Dyeser, el faraón, agradecido con sus múltiples servicios, lo nombró su ayudante personal, un cargo de suma importancia.

El fundador de la medicina egipcia

Imhotep, fue un revolucionario en la medicina egipcia de la época. Las enfermedades en aquella época recibían un enfoque situado entre la magia y la religión. Los rituales, las plegarias a los dioses y los sacrificios eran las monedas de cambio más usadas en los templos egipcios para buscar la curación. Los egiptólogos consideran a Imhotep como el autor del papiro Edwin Smith, famoso documento, donde junto a las enfermedades más comunes se hacen precisas descripciones anatómicas.

En este papiro se citan diversos tratamientos empíricos, tanto de carácter medicamentoso como quirúrgico. Podemos considerar esta obra como la primera aproximación a la medicina, que deja de lado, al menos parcialmente, el componente místico y religioso de la época.

La copia que se conserva del papiro de Edwin Smith, se encuentra expuesta en la Academia de Medicina de Nueva York. Según los expertos, el papiro es una recolección de escritos más antiguos (época de Imhotep) que fueron recopilados durante el periodo de la dinastía XVII (1550 a.C.) En la obra se describen números casos de heridas de guerra, sentando las bases de lo que hoy en día es una historia médica: Síntomas, diagnóstico, veredicto o pronóstico y tratamiento.

Cabe destacar por su importancia, el uso como anestésico, que Imhotep, hacía de los vapores opiáceos. La obra de Imhotep prescribe tratamientos racionales, huyendo del componente mágico. Se describen trepanaciones y suturas. Hay precisas descripciones del aspecto del cerebro, del líquido cefalorraquídeo y de las meninges.

Un grabado de la época, nos muestra como las migrañas o cefaleas de carácter pulsátil, eran tratadas, mediante dígito presión de las arterias carótidas y temporales, para disminuir el exceso de flujo sanguíneo, consecuente a la vasodilatación.

Imhotep, el gran arquitecto

Si la fama de Imhotep como médico, fue enorme, no menor fue su prestigio como arquitecto. Nadie puede imaginar Egipto, sin asociarlo a la imagen de sus famosas pirámides. Imhotep fue el creador de la primera ciudad funeraria que habría de albergar los restos del faraón Dyeser El Sublime.

Para ello, levantó en los alrededores de Menfis, la Pirámide Escalonada de Saqqara, un monumento colosal, que precisó el desplazamiento de miles de toneladas de piedra. Anteriormente, los edificios funerarios se hacían con barro y adobe. Imhotep no sólo cambió los componentes, sino que diseño un laberinto subterráneo, por debajo de la pirámide, que habría de albergar los restos y tesoros del faraón.

Entre los restos hallados en la Pirámide Escalonada de Saqqara. Destaca una lápida donde se describen todos los títulos, que Imhotep, llegó a poseer en vida:

“Juez principal, Canciller del Bajo Egipto, Sumo Sacerdote de Heliópolis, Príncipe Real, Jefe de los trabajos públicos, Carpintero y Albañil real”.

Imhotep, El Dios.

Tras su muerte, el pueblo engrandeció la figura de Imhotep, y fue considerado durante siglos como el Dios de la Medicina y de la sabiduría. Esta consideración divina a nivel popular, fue ratificada siglos más tarde, en la época de Tolomeo, y se le consideró hijo del Dios Ptah. Más tarde, habría de ser considerado el protector de los escribas, por haber descubierto una tinta especial, que perduró durante siglos. En este sentido su nombre aparece unido al del dios Toth.

El prestigio y la fama de este gran hombre, perduró durante años. Los griegos le llamaban Imutes y para ellos, representaba la figura del Dios Asclepio, que es el equivalente del Dios romano Esculapio (Dios de la medicina romana).

Por desgracia, la literatura y el cine han desfigurado la imagen de este gran hombre, y así, Imhotep, aparece como protagonista en la película “La Momia” de Boris Karloff (1932), o como el sumo sacerdote de la película “La Momia” (1999), o como el Dios al que adoran en “El secreto de la Pirámide” (1985) los enemigos del jovencísimo Sherlock Holmes.

 

El nombre de Imhotep aparece en novelas, juegos de estrategia y hasta en discos de música. Sin embargo, en ninguna de estas apariciones, se hace la menor referencia a su excepcional figura.

Gerardo Castaño Recio, Psicólogo en Masquemedicos

Gerardo Castaño Recio
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