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Embarazo adolescente: riesgos y prevención

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El embarazo adolescente es una realidad en nuestro país. De cada 10 adolescentes 3 de ellas quedan embarazadas al menos una vez, antes de cumplir los 20 años. En España un 3% de los partos son de madres adolescentes.

Los datos también indican que un 30% de los embarazos adolescentes terminan en aborto.

El problema se hace más grave tras el primer embarazo, ya que hasta un 20% de estas jóvenes volverán a ser madres antes de terminar su adolescencia, debido a la persistencia de los factores de riesgo ya existentes y una inadecuada conducta anticonceptiva.

Problemas del embarazo en la adolescencia

En muchos casos el embarazo adolescente es consecuencia de una relación inestable o casual, por lo que generalmente la pareja acaba separándose. El resultado es una maternidad en solitario, con las complicaciones que esto implica.

Un embarazo durante esta etapa de la vida de la mujer, supone una menor posibilidad de completar su educación, por el abandono de los estudios de forma prematura, ya sea temporal o definitivamente.

También pueden aparecer dificultades económicas, ya que la falta de estudios dificulta la inserción laboral, y determina mayores dificultades socioeconómicas.

La crianza de los hijos también supone dificultades, condicionando el aumento de la patología infantil. Además, la interacción madre-hijo puede ser peor, aumentando el riesgo de malos tratos.

Los varones adolescentes tampoco están preparados para ser padres, generalmente se desvinculan de su papel y el hijo pasa a ser criado por la madre y su familia.

Influencia de la edad en el embarazo

Un embarazo adolescente tiene más riesgo de sufrir complicaciones afectando la salud de la madre y la del feto, aumentando este riesgo cuánto más cerca esté el embarazo de la edad de la primera regla.

Las adolescentes continúan creciendo durante su embarazo, y podrían competir con el feto por los nutrientes, en perjuicio del desarrollo fetal.

A esto se debe añadir la inmadurez de las estructuras pélvicas y el sistema reproductor. El ritmo de crecimiento de la pelvis ósea es menor que el de la estatura. Por esta razón las alteraciones en la posición y presentación del feto son comunes, provocando un mayor número de partos instrumentales, cesáreas y fórceps.

El canal blando es más estrecho en una adolescente, por lo que puede sufrir complicaciones traumáticas de la vagina y desgarros durante el parto.

También pueden aparecer otras complicaciones como: parto prematuro, anemia, trastornos hipertensivos, y recién nacidos de bajo peso.

Con respecto a la lactancia, las adolescentes suelen dedicar menos tiempo a las tomas, e introducir las fórmulas de lactación mixta más rápidamente.

Prevención del embarazo adolescente

La prevención del embarazo no deseado debe implicar a los gobiernos y a la sociedad, a las instituciones educativas, las familias, el personal sanitario y por supuesto a la pareja.

Es importante informar para prevenir, pero al tomar decisiones, la información no es suficiente, este debe estar acompañada de la educación que reciben los adolescentes de la familia y otros agentes.

Facilitar a los adolescentes el acceso y adquisición de anticonceptivos también es importante, una tarea que depende de la Administración, financiando en lo posible estos métodos para evitar el embarazo.

En el ámbito social, se debería cuidar la exposición constante de los adolescentes a estímulos e imágenes que incitan a la actividad sexual de forma precoz.

Por su parte los colegios e institutos juegan un papel protector en materia de embarazo adolescente, que debe reforzarse con una formación específica en sexualidad responsable y reproducción.

La familia también tiene una gran influencia en la conducta de los adolescentes, siendo el lugar principal de su crecimiento y formación.

Por último, la actuación de la pareja es sumamente relevante, ya que la capacidad de negociación y de compartir las responsabilidades, es uno de los terrenos más favorables para fomentar conductas sexuales y reproductivas responsables.

Métodos anticonceptivos en la adolescencia

A lo larga de la vida las relaciones de pareja cambian, al igual que lo hacen las personas y su forma de vida. Los métodos anticonceptivos más adecuados también cambian en función de la edad. El abanico de métodos disponibles actualmente es muy amplio, por lo que cada uno puede elegir el que más le convenga.

Adolescencia

En España, los chicos inician su vida sexual en torno a los 16,5 años, mientras que las chicas lo hacen a los 17,2 años.

Haber mantenido relaciones sexuales sin protección alguna vez, es un acto que reconocen haber realizado 4 de cada 10 adolescentes.

El resultado es que unas 30.000 adolescentes se queden embarazadas cada año sin desearlo. Observando estos datos vemos la necesidad de poner a disposición de los jóvenes los distintos métodos anticonceptivos, y facilitarles el acceso a ellos.

Estos son los métodos anticonceptivos más utilizados durante la adolescencia:

  • Preservativo: este es el único método que previene el embarazo y además el contagio de ETS.
  • Pastillas anticonceptivas: cuentan con una alta eficacia en la prevención del embarazo. También pueden ayudar en otros aspectos como la regulación de los ciclos menstruales, reducción del dolor en la regla, disminución del acné, entre otros.
  • Anillo anticonceptivo: es tan eficaz como las pastillas si se utiliza correctamente. Su uso es más cómodo, ya que solo es necesario acordarse una vez al mes. Además, al igual que la pastilla regula los ciclos menstruales y produce reglas menos dolorosas.

Ninguno de estos métodos es perfecto. Los anticonceptivos orales no protegen contra las ETS, y es importante recordar tomarlos todos los días a la misma hora.

Por su parte el anillo, tampoco protege frente a las ETS, aunque es menor probable olvidarse de utilizarlo ya que sólo se debe recordar una vez al mes.

El preservativo no siempre se usa de forma correcta, especialmente en los casos en los que se mantienen relaciones sexuales bajo los efectos del alcohol. En algunos casos surge una relación imprevista y deciden seguir adelante aunque no tengan un preservativo a mano. También algunas personas rechazan su uso, porque creen que restará sensibilidad en el sexo.

Por estos motivos los expertos recomiendan que los adolescentes utilicen dos métodos anticonceptivos simultáneamente, combinando un método hormonal con uno de barrera.

De la adolescencia a la juventud

Los hábitos sexuales pueden ir cambiando a medida que el adolescente avanza hacia la juventud. Muchos comienzan relaciones más estables y las relaciones sexuales están mejor planificadas. El sentido de la responsabilidad y control sobre el sexo también es mayor.

A pesar de ello, estos cambios pueden conllevar a una sensación de falsa seguridad que provoca la sustitución de un método anticonceptivo por la práctica del “coitus interruptus” o “marcha atrás”, siendo el riesgo de embarazo con estas prácticas, muy alto.

Entre los 20 y 24 años, un 44,5% de las españolas utiliza el preservativo, mientras que el 28,5% usa pastillas anticonceptivas como método de protección ante el embarazo no deseado.

Entre los 25 y 29 años la tendencia cambia, el uso de preservativos se reduce al 36,5%, mientras que las pastillas aumentan hasta un 35,2%.

Otros métodos anticonceptivos a los que recurren muchas mujeres en edades comprendidas entre los 20 y los 30 años son:

  • Diafragma: su eficacia es aceptable y mejora la sensibilidad durante las relaciones sexuales. Sin embargo, no protege frente a las ETS. Sin embargo, es una buena alternativa para aquellas mujeres que no quieran utilizar un método anticonceptivo hormonal.
  • Parche anticonceptivo: se trata de un anticonceptivo hormonal cuyo uso es a modo de parche transdérmico, colocándose sobre la piel. El parche libera hormonas poco a poco a través de la piel, por lo que es muy importante que este fijado a la piel durante su uso. La desventaja de este método para muchas mujeres, es que puede ser visible, especialmente con roda de verano.
  • Anticonceptivo inyectable: es también un anticonceptivo hormonal pero en este caso inyectable, que se aplica cada 3 meses aproximadamente. Este largo período de protección que ofrece es el motivo por el que algunas mujeres lo eligen. Mientras que otras lo rechazan porque requiere pinchazos regulares que deben ser realizados por profesionales sanitarios.

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