Síntomas y consecuencias de los Trastornos de la Alimentación
Los trastornos de la alimentación consisten en alteraciones de la conducta alimentaria y en una percepción distorsionada de la imagen corporal. Se consideran enfermedades crónicas que pueden generar graves repercusiones sobre la salud de las personas que los sufren, hasta el punto de comprometer su supervivencia.
Las personas que padecen trastornos de la conducta alimentaria suelen tener problemas para reconocer sus propias emociones, lo que puede llevarles a tener dificultades para expresarlos verbalmente. Asimismo, cuando estas personas sienten emociones negativas (tristeza, angustia, etc.), tienden a evitarlas mediante comportamientos como atracones, vómitos, uso de productos laxantes, etc.
Es habitual que la gravedad de los trastornos alimenticios guarde relación con los problemas para regular y gestionar las emociones, el propio trastorno de alimentación puede empeorar la aceptación de emociones por parte del individuo, llegando a bloquear, en última instancia, la recuperación del paciente.
Principales tipos de Trastornos Alimenticios
En la actualidad, los sistemas de clasificación diagnóstica describen distintas problemáticas dentro de la categoría “trastornos de la alimentación”. Los principales trastornos son los siguientes:
Anorexia nerviosa
Restricción de la ingesta de alimentos en relación con las propias necesidades fisiológicas. El resultado es una importante pérdida de peso.
Bulimia nerviosa
Atracones recurrentes seguidos de comportamientos inapropiados para compensarlos y no ganar peso como provocarse el vómito, usar laxantes o diuréticos en exceso, hacer ejercicio de manera excesiva, ayunar, etc.
Trastorno por atracón
Ingesta excesiva de alimentos de manera frecuente, con falta de control, y posteriormente sentimientos de malestar y culpa.
Trastorno de evitación/restricción de la ingesta de alimentos
El interés por alimentarse decae y se manifiesta preocupación obsesiva sobres las consecuencias de comer. El resultado es una significativa pérdida de peso y deficiencia nutritiva.
Trastorno de Pica
Se inicia en la infancia y adolescencia y se caracteriza por ingerir de forma persistente sustancias sin valor nutritivo como papel, tiza, yeso, pegamento…
Trastorno por rumiación
También suele desarrollarse durante la infancia, quien lo sufre regurgita constantemente los alimentos sin que haya ninguna enfermedad o causa orgánica asociada. Este trastorno se acompaña de pérdida de peso o de peso anormalmente inferior al idóneo para la edad de la persona.
Detección de los trastornos alimenticios
Existen algunos indicadores que pueden hacernos sospechar de la existencia de un trastorno de alimentación, debemos estar especialmente atentos ante señales como:
- Inicio de dietas para adelgazar sin supervisión médica.
- Rápida pérdida de peso.
- Preocupación desmesurada por la imagen.
- Atracones constantes.
- Aislamiento, negación continua a comer fuera de casa.
- Vómitos frecuentes y/o consumo habitual de laxantes.
- Resistencia a realiza las comidas diarias habituales.
- Exceso de ejercicio físico.
- Pérdida de la menstruación en las mujeres.
- Alteración de la percepción corporal.
Al detectar un trastorno de alimentación en un familiar o amigo se debe acudir al médico de cabecera, para que nos derive a un especialista capacitado para diagnosticar al paciente e indicar el tratamiento más adecuado.
Hay que ser conscientes de que lograr un cambio de comportamiento es un proceso largo, y de que esta clase de enfermedades son muy complejas y afectan a la dinámica familiar. Es por todo ello que se recomienda a los familiares acudir a grupos de apoyo, e incluso someterse también a terapia psicológica si fuera necesario.
Consecuencias de los trastornos alimenticios
Podemos distinguir diversas consecuencias asociadas al diagnóstico de un trastorno de la conducta alimenticia:
Desnutrición
Una persona con anorexia nerviosa podrá experimentar consecuencias derivadas de la desnutrición que sufre ante la reducida ingesta de alimentos:
- Alteraciones del ritmo cardiaco o hipotensión.
- Convulsiones.
- Deshidratación y alteraciones en el balance de los electrolitos.
- Cambios en la coloración de la piel, piel seca, uñas quebradizas, o pérdida de pelo.
- Pérdida de los periodos menstruales, alteraciones en la regulación de la temperatura, osteoporosis e infertilidad.
- Disminución en el tiempo de los movimientos gastrointestinales y/o estreñimiento.
- Reducción de las funciones del sistema inmunológico.
- Depresión y alteraciones en el estado anímico.
Enfermedades bucodentales
Cuando una persona sufre de bulimia nerviosa es habitual que su cavidad bucal se vea afectada, ya que entra en contacto de manera continua con los ácidos del jugo gástrico presente en los reiterados vómitos. Ello puede generar inflamación de las encías, aumento de la sensibilidad dental y deterioro del esmalte, propiciando la aparición de caries.
Trastornos gastrointestinales
En el caso de la bulimia nerviosa, igualmente pueden sufrirse una diversidad de trastornos de índole gastrointestinal, provocados por los permanentes vómitos, o por el uso de métodos purgativos en exceso.
Estas personas pueden presentar rupturas esofágicas, alteraciones en el balance de electrolitos, arritmias cardiacas, ciclos menstruales irregulares, reflujo gastroesofágico, crecimiento de las glándulas parótidas, pancreatitis a causa de los atracones, entre otras posibles dolencias.
Sobrepeso u obesidad
Es muy habitual que las personas que padecen un trastorno por atracón presenten sobrepeso u obesidad, y en consecuencia deban lidiar con las complicaciones propias de estas patologías: presión arterial alta, dolor articular, riesgo de desarrollar diabetes, niveles altos de colesterol, enfermedades cardiovasculares y enfermedades de la vesícula biliar.
Para lograr abandonar este comportamiento alimenticio es fundamental el apoyo psicológico, ya que es necesario que la persona aprenda a controlar sus emociones y a no recurrir a este tipo de conductas para compensarlas.
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