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Fibromialgia. Un caso de trastorno de dolor crónico

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El dolor es una experiencia aversiva muy común en nuestra vida. Funciona como una señal de alarma que nos avisa cuando se produce un daño en nuestro organismo o cuando contraemos una enfermedad, por lo tanto cumple una función biológica adaptativa, ya que nos enseña a identificar aquellos objetos o situaciones que pueden resultar peligrosos para nuestra salud e integridad. Hay casos de analgesia congénita que documentan este valor adaptativo del dolor. La incapacidad de estas personas para sentir dolor les impide aprender a discriminar qué cosas pueden hacer o cuáles deben evitar y, en consecuencia, sufren numerosos accidentes a lo largo de su infancia. Además, al no percibir el dolor como uno de los primeros síntomas de alarma de enfermedad, suele llevarles a buscar ayuda médica cuando el proceso está ya demasiado avanzado.

Tipos de dolores

Atendiendo al criterio temporal hay dos tipos de dolores, el dolor agudo y el dolor crónico. En el dolor agudo su percepción se produce de forma temporal en función del daño o la enfermedad y su remisión depende de la propia curación de estos. A modo de ejemplo podríamos citar un dolor en un molar u otra pieza dental como consecuencia de un daño que sería una caries. Este dolor cumple la misión beneficiosa para la integridad del organismo.

El dolor crónico es aquél que permanece por un tiempo prolongado, interfiriendo en la vida cotidiana de quien lo padece. Los sistemas diagnósticos lo definen por su permanencia durante un periodo superior a seis meses, disminuyendo la efectividad de las soluciones médicas o farmacológicas para mitigarlo y aparecen y se incrementan otros problemas psicológicos como la ansiedad y la depresión. En este caso el dolor deja de cumplir con la función adaptativa antes mencionada, al dejar de ser la señal o síntoma de un problema para convertirse en el problema en sí mismo.

En el caso de las lumbalgias el dolor se prolonga mucho más de la curación de la enfermedad o herida. Hay otros casos en los que el dolor aparece y desaparece de forma recurrente sin guardar relación con ninguna causa orgánica conocida, como es el caso de la migraña, o se produce a causa de una patología conocida pero difícil de tratar como en las artritis o en el cáncer. En estos casos el dolor deja de cumplir esa función útil y se constituye en un auténtico problema para el individuo.

Fibromialgia

La fibromialgia también es otro ejemplo de dolor crónico al igual que estos casos nombrados. La fibromialgia es un síndrome (conjunto de síntomas) de dolor crónico en el que su etiología orgánica (causas orgánicas) aún no es del todo conocida.

Se caracteriza por la incidencia de dolores musculares crónicos y generalizados. Las personas afectadas de fibromialgia se quejan de que les duele “todo” y tienen una sensación de agotamiento o fatiga muscular.

La fibromialgia es un trastorno complejo y los síntomas varían de una persona a otra, pudiendo manifestarse como quemazones, molestias, espasmos musculares etc. La intensidad también puede variar pudiendo diferenciarse formas leves, moderadas o severas de fibromialgia. El dolor puede fluctuar a lo largo del día o agravarse ante situaciones de estrés, nunca desapareciendo por completo, por lo que es muy incapacitante.

Debido a los efectos invalidantes del dolor crónico, alrededor de un 30% de estos pacientes presentan también otros trastornos psicopatológicos, principalmente ansiedad y depresión, que no son la causa de la enfermedad pero deben de ser diagnosticados y tratados convenientemente.

José Antonio González Ortega, psicólogo en Masquemedicos

José Antonio González Ortega
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