Cómo evitar relaciones de pareja tóxicas
Desde tiempos inmemoriales el amor ha sido motor principal del comportamiento, ilusiones, y motivaciones de los individuos. El amor romántico ha acaparado cualquier forma de expresión para demostrarnos que sin él, nos sentiremos incompletos y con él, dichosos.
¿Pero cómo nos representamos el amor? ¿Qué ideas sobrevuelan nuestras mentes, incluidas aquellas que se encuentran incrustadas en eso que denominamos imaginario colectivo?
Aristóteles sostenía que “el amor se compone de una sola alma que habita en dos cuerpos”
Según Herman Hesse, «Supe que ser amado no es nada. Que amar, en cambio, lo es todo».
Popularmente, creemos y salvaguardamos la idea de la omnipotencia del amor, y la necesidad de volcar todo cuanto nos rodea en el objeto amado. Pero, ¿qué consecuencias nos puede acarrear esto?.
Consecuencias de tener una idea errónea sobre el amor
Si bien es cierto que el inicio de las relaciones amorosas nos embriaga el alma, debemos tener en cuenta que la satisfacción y bienestar viene dada por muchos aspectos en el día a día. Si focalizamos nuestra atención única y exclusivamente a una de esas áreas, nos sentiremos incompletos a largo plazo, pues el enamoramiento es efímero y, por ende, sentiremos que la entrega ha sido en vano, o incluso podemos llegar a exigir y demandar ciertas cosas que no corresponden a la pareja.
Sería este el punto de inflexión en el que nos podemos volver posesivos, con un temor incontrolable a perder el objeto amado, lo que fomenta que actuemos en base al miedo, alimentando a éste de toda la gama de emociones negativas que el ser humano puede llegar a experimentar y, como consecuencia, nuestro comportamiento se torne hostil y agresivo.
En el momento en que la relación se mete de lleno en ésta dinámica, ésta dejará de ser placentera para convertirse en un sinfín de interacciones dañinas para ambos miembros de la pareja. Cuando interiorizamos los mensajes del tipo “por amor hay que aguantar todo”, “el amor todo lo puede” ,“tenemos que ser uno”, perdemos nuestra autonomía, independencia y criterio a la hora de discriminar un buen trato de un mal trato.
Importancia de querer bien
Amar no implica poseer, no conlleva controlar. Amar significa aceptar, incluye tolerar. Respetar las diferencias, compartir algunos gustos, ilusiones y sueños en conjunto pero no en su forma individual. Presionar o sucumbir a la fusión de los cuerpos y mentes elimina nuestra esencia, nos despersonaliza.
Así pues, desde esta perspectiva creemos necesario promover una revisión de la forma que tenemos de conceptuar el amor, las relaciones de pareja y conseguir derribar todos esos mitos instalados en nuestras estructuras de pensamiento que más allá de beneficiarnos, nos perjudican gravemente.
Más allá de querer asir al otro miembro de la pareja, debemos respetar su libertad; ya no sólo en el aspecto puramente material, de movimiento, sino en la libertad de decisiones, de pensamiento. Un verdadero compañero o compañera no tendrá la necesidad de modificar al otro, de aleccionarle, de adiestrarle. Por el contrario, promoverá el crecimiento personal propio y ajeno, sin sentir la necesidad de acaparar.
En este sentido la autoestima y el sistema de valores de cada uno jugará un papel notablemente determinante en la manera de conformar el vínculo afectivo.
Como describe Antonio Gala, y haciendo una puntualización que creemos imprescindible (con todo el respeto que profesamos a semejante bestia literaria), “El verdadero amor no es el amor propio (que también), (sino) el que consigue que el amante se abra a las demás personas y a la vida; no atosiga, no aísla, no rechaza, no persigue: solamente acepta”.
MensActiva, expertos en atención psicologica
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