La salud mental de los refugiados, todavía en segundo plano
La guerra, las bombas, la muerte y los desplazamientos, así como la pérdida de familiares y el hogar son situaciones traumáticas comunes por las que pasan los refugiados y que ponen en constante riesgo su vida. Ante este panorama, la preocupación recae normalmente en las necesidades físicas y materiales de los desplazados, pero hay que tener en cuenta que su salud mental también sufre estas consecuencias.
La atención psicológica y psiquiátrica uno de los aspectos más olvidados de la crisis humanitaria, ya que los refugiados tienen una probabilidad de padecer enfermedades mentales, cinco veces por encima del resto de ciudadanía.
Actualmente preocupa en especial el caso de los 629 migrantes que se encuentran a bordo del Aquarius, y otros dos barcos que viajan desde la costa de Italia hasta Valencia, y cuyo riesgo de enfermedad tanto física como mental, aumenta cuanto más se retrasa el desembarco. Los problemas más comunes a bordo son el agotamiento, los mareos, los dolores de cabeza y el estrés.
Trastornos mentales frecuentes en los refugiados
Entre las patologías que nos encontramos entre los refugiados están la ansiedad, los cambios del estado de ánimo, y somatización, como consecuencia de la situación a la que se tienen que enfrentar cuando abandonan sus países.
También es frecuente la aparición de estrés postraumático, que afecta principalmente a aquellas personas que hayan sufrido, además de todo la situación de ser refugiados, hecho traumáticos como haber presenciado el fallecimiento de algún familiar durante la odisea. Estas personas rememoran constantemente lo sucedido tanto en sueños como en pensamientos.
Además un informe publicado en el British Medical Journal, revela que los refugiados tienen una mayor probabilidad de manifestar síntomas psicóticos como esquizofrenia y trastornos relacionados.
Preocupación por la salud mental de los refugiados
La atención a los refugiados, tanto de la salud física como mental, depende del país que los acoge. También varía en función del destino que se haya asignado, si es un campo de refugiados, un albergue, o una casa de acogida.
La Sociedad Europea de Psiquiatría, ha manifestado su preocupación especialmente por la salud mental de quien tiene que emigrar en esta crisis, una población con incidencia de problemas de este tipo mucho mayor que la población general. De hecho, se calcula que la prevalencia puede ser de cuatro a cinco veces superior que la de su país de origen y la del país al que se desplazan, por eso hay que tener en cuenta este tipo de necesidades además de las más apremiantes, como las físicas o las materiales.
Por ello resulta fundamental garantizar también la atención psicológica y psiquiátrica de refugiados con programas específicos y planteamientos integrales para evitar la cronicidad de los trastornos y contribuir al desarrollo social.
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